El presentador de El Gran debate (nunca debía de haberlo dejado, por lo menos hasta que España se recupere del paro) encendió la noche con ideas de bombero flojo y tembloroso.
Un batuburrillo de personajes y secciones se colaron por el late night de Telecinco para acabar por no aportarnos ni nada nuevo, ni nada diferente. Mucho colaborador loco y distraído, cada uno salido de un espacio distinto (Así nos va, HMYV...), que se acercaba a la audiencia para acabar aportando poca chicha y mucho ruido.
Les falta un contenido potente que unifique al programa, un hilo conductor que haga de Se enciende la noche, la gran noche de la tele, pero así, tan loco popurrí deja al público mareado. Es como un programa de verano que prueba suerte pero en plenas navidades. Y es que desde que sale el anuncio de La Lotería ya es Navidad en televisión y los profesionales han de sacar sus armas pesadas para convencer, no sus peonadas para tratar de probar suerte.
A Jordi le va a a tocar levantar un dato y, como a Emma García, le costará. Porque El Gran Debate dejó un hueco tan grande y necesario por cubrir que cualquier tiempo pasado en esta España televisiva nos parece mejor.
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