martes, 1 de diciembre de 2009
La historia de su vida
¿Se puede enamorar uno de un libro? ¿O de su autor? El sábado pasé una de las mejores noches de mi vida, y no por salir de macro fiesta o por celebrar nada especial, sino que la satisfacción me la dio un libro: Vientos de Libertad: Experiencia compartida de lucha contra la cárcel y el SIDA, de Julián Ríos Martín. Comencé a leerlo a eso de las 2 de la madrugada, para iniciar el sueño, y no pude dejarlo hasta agotarlo a las 9 de la mañana del domingo.
Este lunes, los chicos del Coro se prepararon para su penúltimo concierto (la próxima semana darán el final). La grandeza del programa, que tan dignamente defiende TVE en un horario cargado de asesinatos y de dosis de humor en la competencia, reside en las historias humanas que cuentan a la cámara los presos. Los internos pueden vomitar, por fin, sus miserias (drogas, malos tratos infantiles…), aquellas causas que les obligaron a hacer lo que hicieron y por las que hasta la fecha nadie (ni jueces, fiscales, ni funcionarios) les preguntó.
Esos dramas marginales por los que muchas veces tuvieron que actuar como lo hicieron, sin tener escapatoria, y que a los espectadores con sentido común (sensibles) nos hacen comprender que, como personas que somos, en su situación, y sin las posibilidades con las que supuestamente partimos en igualdad todos los españoles, hubiéramos caído irremediablemente en lo mismo hasta llegar al penal.
Lo cuenta también Julián Ríos en su maravilloso y personal libro: “Iban a juzgar a Fernando, personas que no sabían nada de la historia de su vida. Sólo iban a tener en cuenta sus actos. Ellos, que posiblemente habían tenido todos los medios que hacen falta para llegar a ocupar los cargos que ocupaban, eran tan ajenos a la vida de Fernando que yo tenía serias dudas sobre la verdadera equidad de aquel acto. Pero así es la justicia penal: una máquina imparable que desconoce a las personas e ignora los problemas.
Les dejo el vídeo en el que me acerqué al director del penal de La Moraleda (Palencia), que ha albergado esta tercera edición del Coro, para preguntarle sobre la vida en prisión y sobre el papel de los medios de comunicación con esta institución:
Vientos de Libertad: “Allí (en la prisión), las personas dejan de existir. Todas quedan etiquetadas y estigmatizadas por el papel que desempeñan en este drama: el acusado, el policía, el juez, el abogado, el fiscal, el demandante, los testigos, los familiares, los funcionarios. Todos y cada uno, aun siendo personas, quedan reducidos a meros personajes y se comportan como tales; la persona pasa a un segundo plano.”
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