jueves, 3 de diciembre de 2009

El Goya de guardia




El Goya de Honor 2009 es para Antonio Mercero. La Academia que preside Alex de la Iglesia se lo concede por "su inmejorable carrera cinematográfica, repleta de éxitos y de experimentos interesantes en campos tan amplios como el cortometraje, el mediometraje y el largometraje".

Ya se sabe cómo son las academias. Pomposas. Lo de “inmejorable” se lo podrían haber ahorrado. Mercero es un buen artesano pero que ha caído en lo cursi, lo lacrimógeno, lo horterada y hasta en el mal gusto. Su cine está muy viejo. Y su tele también.

A Mercero le viene que ni pintado un premio honorífico de la Academia de la Televisión, pero en cine es una autor menor. Es un animal televisivo apegado a los gustos del público masivo. Lo demuestran “Crónicas de un pueblo", “Verano azul”, "Turno de oficio" o "Farmacia de guardia". En los últimos años ha trabajado para series infames como “Al salir de clase” o anodinas como “Manolito gafotas”.

Firmó sus primer guión en 1962. Fue el de “Trotín Troteras”, cortometraje que también dirigió. En el 72 llegó el Emmy gracias a “La Cabina”, con un inmenso José Luis López Vázquez. En 1977 rodó “La Gioconda está triste”, con guión de José Luis Garci. Con él repetiría adaptando a Delibes en la muy mediocre “El tesoro”. Arrasó con el cine infantil (“La guerra de papá”, “Tobi” y “Buenas noches señor monstruo”) y dirigió dos películas menores con la guerra civil como fondo: “Espérame en el cielo” y “La hora de los valientes”.

La lacrimógena “Planta 4ª” fue otro de sus exitazos (prepara como guionista “Planta 5ª”). Culmina su carrera con la sensiblera y vulgar “¿Y tú quién eres?”, de la que se salvan sus dos inmensos protagonistas: López Vázquez y Manuel Alexandre.

La entrega de este premio forma parte de una tendencia internacional en las academias de cine: no les quedan grandes directores a los que dar premios honoríficos y se conformar con autores no tan grandes, con artesanos eficaces y que han logrado el respaldo popular. Sea como fuere, mi respeto y felicitación al señor Mercero, que me ha dado algo muy raro hoy: muchas horas de digna ficción televisiva.

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