jueves, 2 de abril de 2009

Adaptarse o morir




Por tradición, es la televisión la que se ha servido más de su hermano mayor el cine y no al revés. Un último ejemplo es la serie Crash, adaptación de la película dirigida por Paul Haggis (que en la serie ejerce de productor) y que logró tres Oscar (entre ellos el de mejor película) en 2005. La serie, que llega a Canal+ a partir de este sábado (22.00 H.), está protagonizada por el veterano Dennis Hopper.

Aunque inspirada en la película y en su estructura de puzzle y vidas cruzadas, la serie Crash presenta nuevos personajes: un productor musical, una actriz reconvertida en agente de la ley, un ama de casa frustrada, un ex pandillero, un chofer y un inmigrante ilegal guatemalteco.

¿Tal es la carencia de ideas que tenemos que sucumbir a las adaptaciones para seguir haciendo producciones siempre con la misma idea? La crisis también ha afectado a los guionistas que se repiten y tripiten por la gran y la pequeña pantalla...

CINE DE SERIE

Uno de los mejores ejemplos de un buen film convertido en una excelente serie televisiva es Mash. El anárquico film de Robert Altman, estrenado en 1970, criticaba el absurdo de la guerra de Vienam pero estaba ambientado en la de Corea. Sólo dos años más tarde se convirtió en una serie de gran éxito.

A años luz de este hito televisivo está Galáctica, que nació, también en los años 70, como una película y luego se convirtió en serie televisiva. Lo curioso es que Battlestar Galáctica, que emite la cadena Sci-Fi, podría ahora convertirse en una película.

También en el terreno de la ciencia ficción destaca Stargate, film de 1994 escrito y dirigido por Roland Emmerich, que pasó a ser una serie televisiva que arrancó su primera temporada en 1997. Aun continúa en antena y con gran éxito.

SERIES DE CINE

Este fenómeno de la línea televisiva convertida en fotograma cinematográfico es una realidad que demuestra que la televisión pasó de ser el archienemigo del cine a ser un gran aliado y surtidor de contenidos. Sin olvidar que es el gran comprador de los caros catálogos de los estudios.

Ya en los años 50 y 60, el programa Playhouse, por poner un ejemplo, fue una impresionante cantera de obras televisadas que fueron llevadas magistralmente a la gran pantalla. Ejemplo de ello son films como Vencedores o vencidos (1961), El zurdo (1958), El milagro de Ana Sullivan (1962), Días de vino y rosas (1961) o Réquiem por un campeón (1962).

Ya en los setenta, destaca la cantera creativa del programa de humor Saturday Night Live. De aquel espacio de inmensos talentos cómicos salieron buenas películas como Blues Brothers (1980) o Ciudadano Bob Roberts (1992), y no tan buenas como Harold (2008), Key party (2008), The ladies man (2000), Superstar (1999), Office Space (1999), A Night at the Roxbury (1998), Stuart saves his family (1994), It´s Pat (1994), Los cabezaconos (1993) o Wayne's World (1991) o Wayne's World 2 (1993).

Otros famosos y buenos ejemplos de serie convertida en cine son Star Trek (serie del 66 pasada al cine en el 79), Los intocables de Eliot Ness (1987), La familia Addams (1991), El Fugitivo (1993), Misión: Imposible (1996) o South Park: la película (1999).

No corrieron la misma suerte infames adaptaciones como El Santo (1997), Los vengadores (1998)), Perdidos en el espacio (1998), Los Angeles de Charlie (2000), Sexo en Nueva York (2008) o las dos películas de Expediente X (1998 y 2008).

En la actualidad, y tras la casi descartada versión cinematográfica de Dallas, se barajan dos proyectos de aúpa: Las películas de El equipo A y McGyver. Miedito de pensar en cualquiera de las dos.

Hollywood, demostrado está, sigue en plena crisis de talentos y ante ese demoledor panorama siempre recurrirá a la televisión. Y por supuesto a los comics o a los juegos. Pero como se decía en Irma la dulce, que también fue adaptada a la tele en 1972, “esa es… otra historia”.

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