El arriesgado e intrépido reportero Diego Reinares se jugó la vida al entrevistar a la protagonista: “Nos ha llamado esta señora al programa para que le demos explicación a este extrañísimo fenómeno”.
Al veraz y riguroso Iker Jiménez le ha salido un serio competidor. La verdad está ahí fuera: en las casas de los telespectadores, en sus panchas, en sus lavadoras, en sus tazas de water.
Los del buscador ya hicieron periodismo de investigación de vanguardia cuando hace unos meses anunciaron en exclusiva: “El gran montaje de Natascha”. Confieso que quedé emocionado cuando vi cómo sus honestos y vivarachos periodistas, en una clase magistral de severidad profesional, llevaron las cámaras hasta Australia para dejarse caer al suelo mientras pasaba la protagonista.
Otro intento por llegar al “espectador buscador” que demanda contenidos espinosos, valientes y auténticos fue la emisión del vídeo del robo de la silla de Zapatero, que al final resultó falso, pero eso no importa. Las imágenes magistralmente rodadas por el móvil de un reportero ciudadano debían emitirse en este programa de corte ético de Telecinco para después dar la vuelta al mundo.
Lo de la cara de Jesucristo en la plancha de esta señora debería abrir todos los periódicos de este lunes, al mismo nivel que la comparecencia de Zapatero o los datos de la manifestación del sábado. Cuando Telecinco estaba mostrando este fabuloso reportaje, Madrid y media España tendrían que haber gritado ¡No a la plancha! ¡Sí a las caras!, y haberse dejado de zarandajas de paz y libertad que al espectador de los canales de máxima audiencia poco le importan.
Este fin de semana estuve en el Festival de cine de León y me pasó algo a lo que aún no doy explicación. Mi compañero de RD León, Ricardo Chao, me dijo que él y su novia no tienen tele en su casa porque así lo han decidido. Me confesó después que ya ningún amigo les quiere ir a visitar a casa, porque si por ejemplo, van a comer no tienen tele para verla tomando el café.
No sé en que está pensando Ricardo, ni cómo puede elegir la soledad de su hogar al disfrute de ver la cara de Cristo en una plancha junto a sus amistades. Este chico sí que es paranormal.
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