Escala en Hi-fi, Salto a la fama y Operación Triunfo marcaron un tiempo para los concursos lanzadera de cantantes.
Este año, Misión Eurovisión ha pasado de ser una copia barata de El Semafaro a convertirse en algo más serio.
Los de TVE van corrigiendo sus inexplicables errores de la primera gala y el programa comienza a entretener. Aunque la audiencia no le acompañe, el programa que escogerá al representante español de Eurovisión va tomando cuerpo y forma.
En la primera gala nos hicieron comulgar con ruedas de molino haciéndonos creer que había un corresponsal de la cadena en cada comunidad autónoma, cuando en realidad era el mismo set de TVE desde donde se turnaban los chicos.
En el tercer programa han maquillado el timo de las votaciones asegurando que hay un notario al frente y plantando a un único chico que da todos los datos por comunidades. Bien por el cambio. Resultaba incongruente mezclar en un programa a Massiel, siempre honesta y sincera, con un timo tan absurdo.
El programa ha disminuido afortunadamente su duración. Al terminar pasadas las 2 de la mañana se hacía interminable y muy pesado. Ahora lo hace a la hopra justa para empalmar con Eva Hache o Buenafuente.
En la mecánica del concurso quedan puntos sin resolver. En el programa de ayer se pudo ver a Anabel Conde ( 2 puesto en el 95) entre el público de paisana. La cantante fue a apoyar a su hermana Cristina que volvía a presentarse ( ya lo hizo en solitario en la 1 gala) con un duo. ¿No merecía alguna entrevista, un hueco en el jurado, o al menos un aplauso?
Massiel y Mikel Herzog resultan demasiado arrogantes. Les sobra la mitad de la mesa del jurado y no invitan a ningun compañero. Parece que les de miedo que les roben su minuto de gloria. Ayer lo dijo la porpia Massiel: "Yo ya soy vieja y tengo que llamar la atención siendo graciosa".
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