Resulta un placer seguir escuchando pausada y enriquecedoramente a Don Jesús, al menos una noche a la semana. Lástima que en éste, su reestreno, sus invitados se hayan mostrado aburridos, insípidos y lo peor: hipócritas.
Es cierto que Farruquito es lo que demanda el público en este minuto, pero es más cierto que el gitano apresado tiene poco que contar. Con 24 años y un gordo delito a sus espaldas, el bailaor se mostró alelado, enajenado y la entrevista resultó aburrida. Un truño.
¿Tanto flamenco, arte, vida y olé para acabar aburriendo a las vacas?
Justificaría al loco del volante frente al de la colina (con perdón a la familia incluida) si no se hubiera embolsado 120.000 euros por acudir a su cita con la otra audiencia. La que juzga libremente, y con el mando, su sentencia.
Sosos estuvieron los Banderas (Melanie y Antonio). Quien fuera una promesa latina en Hollywood, no ha interpretado una sola película decente por allá y ya ha sido relevado por la mediática Cruz. Poco le queda por contar a parte de que a su mujer le gusta lo español. Su película, claro está, fue lo de menos en la entrevista con Quintero. Importaba más oír a la Griffilth pronunciar “Jamón de fata negra” y “hasé el amor a mucha hora”.
Hipócrita. Lo peor de la noche, como siempre, llegó con el frikie final: Coto Matamoros, esta vez, inexplicablemente acompañado del profesor y escritor Antonio Escotado. Lamentable mezcla. Imposible pareja. Coto Matamoros puso de excusa la promoción de su futuro libro, “Telesangre”, para echar pestes contra quien le ha dado muy bien de comer durante los últimos diez años.
“Ya no hay telebasura, hay telesangre. La tele de hoy es fascista. Está rodeada de analfabetos que hacen sangre de pobres humanos explotándolos y denigrándolos”, esputaba el calvo ante un impertérrito Quintero que afirmaba a pies juntillas sin rebatirle ni una pizca.
Que yo sepa, el tal Matamoros ha participado, ha utilizado, se ha beneficiado del circo denigrante y vomitivo marciano hasta volverse lo suficientemente independiente como para vapulear a diestro y siniestro por los platós que ansiaban carnaza. Tarde, Matamoros. No cuela.
Su hermano Quico, su cuñada, su representada Ordóñez, el hijo de ésta, la chacha de la casa… Todos han participado, cobrado, vivido y se han costeado sus medicinas particulares gracias la telebasura o la telesangre. Cuestión de fariseos matices.
Si su libro viene a llamarse “Telesangre”, Coto es un asesino público, aunque el único que ha cobrado la millonada por afirmarlo haya sido el pobre de Farruquito.
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