Sofá, mantita y...¡series!

Por Lorena Papí

Decir a estas alturas que internet lo ha cambiado todo es una obviedad, pero tal vez sí haga falta recordar cómo eran las cosas antes para reafirmarnos en la idea de la red como el invento del siglo, el medio por excelencia; la profética aldea global que ya avanzaba Marshall McLuhan a finales de los 60 en su libro ‘La Galaxia Gutenberg’, y que todo buen licenciado en Periodismo recordará, como el eco lejano de algo que en su día memorizó.

En lo que respecta al tema de este blog, antes de internet sólo conocíamos las series que las distintas cadenas (durante muchos años sólo la 1 y la 2; ¿otra galaxia? No, la televisión en España hasta los 90) tenían a bien ofrecernos. Hemos de recordar que nuestra experiencia adolescente (hablo de mi quinta, claro) con la ficción americana se limitaba, en comedia a, mayormente y como comentábamos ayer, sitcoms familiares sin mucha sustancia; en drama, a las ambiciones de familias mal avenidas; en ciencia ficción a extraterrestres (en diversos formatos y colores) y en el género del entretenimiento familiar sin pretensiones, las historias de coches que hablan o las aventuras detestivescas de escritoras gafes.

A priori puede parecer mucha variedad, pero es que estoy concentrando dos décadas de mi memoria televisiva en apenas unas líneas. Tuvo que pasar una década entera de televisión para que contáramos con un número considerable de series en nuestro haber como espectadores. Después se abrió la veda y con las nuevas cadenas privadas comenzaron a llegar otros productos a nuestras vidas para aportar nuevos recuerdos que terminarían por ser imborrables, y frases que pasarían a la historia catódica: desde “¿Quién mató a Laura Palmer?” hasta “¡Nos estábamos tomando un descanso!”

Sin embargo, y a pesar de que las fronteras se iban difuminando, aquella nueva realidad no iba a tener ni punto de comparación con el supermercado de la ficción que es ahora internet, donde se pueden ver y descargar prácticamente todas las series; desde las antiguas, para recrearte en la nostalgia, hasta las más novedosas, cuyos capítulos están en la red sólo un día después de emitirse en yankilandia y con subtítulos para los que tenemos un nivel-Muzzy de inglés.

Ahora se pueden seguir tres, cuatro, cinco y seis series a la vez, porque ya no dependemos de los caprichosos designios de los programadores. Las vemos cuando queremos, sin publicidad, en V.O.S. (para apreciar de verdad la interpretación de los actores) y batiendo récords Guinness. ¿Qué serieadicto que se precie de serlo no se ha dado un empacho de su serie favorita, al grito de “sólo un capítulo más”?

Por eso ahora puedo permitirme el lujo de decidir a qué series me voy a enganchar y, por tanto, cuales os recomendaré en el futuro, como si yo fuera quien para hacer tal cosa. Esta semana pienso empezar con ‘Juego de Tronos’, para ver a qué viene tanto escándalo. Y después seguiré con algunas que ya son míticas pero que hasta ahora no me había planteado ver, como ‘Breaking Bad’, ‘The Wire’ y tal vez, ‘Mad Men’. Tal vez vuelva a darles otra oportunidad a las que intenté ver pero no me engancharon, como ‘Fringe’, que me hacía echar de menos constantemente al agente Mulder. Pero todo ello sin descuidar las que ya seguía y que vuelven en breve.

Los zombies nos atacarán el 17 de octubre en FOX con la segunda temporada de ‘The Walking Dead’, sólo un día después de que lo haga AMC en Estados Unidos. Se podrá seguir simultáneamente en 120 países. Sí, también España, y sí, una vez más: la aldea global.

‘House’ volverá a nuestras pantallas (a las de FOX, claro) a partir del 25 de octubre, un poquito después de su estreno en EEUU. Esta octava temporada supondrá el epílogo de la serie y también de su personaje, del que desconocemos su destino final después de haber pasado por todos los posibles estados. ¿Qué tocará ahora?

¿Sofá, mantita y peli? A mí en concreto me espera un invierno de portátil-megaupload y mantita, un planazo para combatir el aislamiento durante la gota fría levantina. Voy a hacer un experimento; voy a ponerme a prueba para ver cuántas series soy capaz de seguir a la vez sin volverme bipolar y alejarme de la realidad pensando que vivo en una producción made in USA o sin liarme con las tramas y acabar pensando que Sheldon Cooper es un narcotraficante o que House murió en la séptima temporada y se convirtió en un muerto viviente. Los resultados, próximamente.

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