El viernes llegó a los cines de España la nueva cinta de Almodóvar, La Piel que habito. Como suele ocurrirle al manchego, a la cinta le han caído palos por todos lados: las interpretaciones, especialmente la de Antonio Banderas -que, aunque no está soberbio, tampoco está mal en absoluto-, la historia en sí misma -a la que muchos encuentran lagunas; yo no se las vi- e incluso la propia narración -contada con saltos temporales, como ya hiciese anteriormente por ejemplo en La Mala Educación aunque sin llegar a la complejidad de ésta-.
Lo que está claro es que con la cinta, Almodóvar nos invita a habitar su piel como autor, ya que su sello está más que presente. Todos los elementos que el cineasta nos ofrece son característicos suyos, por mucho que para esta ocasión los haya tomado prestados de una novela para inspirarse: la falta de comunicación entre padres e hijos, agresiones sexuales, la muerte y la locura de amor. Y es que el personaje de Antonio Banderas no deja de ser alguien a quien Cupido dejó trastornado de manera hiperbólica, superando con creces lo trastornados que estaban Eusebio Poncela en La Ley del Deseo o Marisa Paredes en La Flor de mi Secreto.
Los seguidores más clásicos del cineasta echarán en falta otro de los sellos del director: no está el clásico personaje secundario o de reparto que aporta un tono cómico cada vez que aparece, como el de María Barranco en Mujeres, Antonia San Juan en Todo sobre mi madre, Javier Cámara en La Mala Educación o Chus Lampreave en cualquiera de sus apariciones. Aunque quizá en una historia tan oscura como ésta, un personaje así tampoco tenía cabida.
El mayor problema al que muchos espectadores se han encontrado ha sido el exceso de información previa. La única premisa que se dio a conocer sobre la cinta era muy relevante, casi como si te dicen que Los Otros va “de una mujer que mata a sus hijos y se vuelven fantasmas”. Por esto mismo, el impacto de la bomba que suelta Pedro a mitad del filme ha sido más moderado en muchos de sus seguidores más fieles.Una pena. En pocas palabras, no es un “no te la pierdas”, pero tampoco un “no vayas a verla”.
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