Sobrevolando la polémica creada en torno a la noche del accidente de Barajas que nos ofreció Telecinco, hay que reconocerle a la cadena que, pese a su fama de sensacionalista y oportunista para arriba, sabe hacer documentales serios.
Sin querer centrarme en la serie que precedió al reportaje, una accidentada y calamitosa ficción, 'Las voces de la tragedia' fue un documental profundo, interesante y para nada partidista. Recogió con sumo cuidado los datos del sumario, recreó grabaciones sin cebarse en el dramatismo, dio la voz a las víctimas sin buscar la lágrima ni el espasmo. Dudo que Telecinco haya herido a nadie con un documental hecho desde la elegancia y el respeto.
Lo más interesante del documento no fue descubrir qué provocó el suceso y quiénes fueron sus responsables, sino esos pequeños detalles que rodean la tragedia y la convierten de un plumazo en el verdadero horror. Nos enteramos, por ejemplo, cómo a las dos horas del accidente llegaron al aeropuerto un selecto grupo de buitres, los mejores abogados americanos, que buscaban seducir a los familiares para ir a comisión en los juicios.
Recordaba una de las víctimas: "Nos llevaron a un hotel y apareció esa gente ante nosotros. No nos pusieron protección ante ellos". Contaron en el documental que, aunque la mayoría de los familiares rechazaron el negocio con los letrados sin escrúpulos, algunos aceptaron al momento y, antes de dar tierra a los suyos, ya estaban soñando con desorbitadas cifras de dinero.
Este era, sin duda, el verdadero error humano, el "horror humano", con el que se podría haber hecho una ficción de calidad y atemporal, y no el jugueteo detectivesco cargado de tecnicismo que, sacado del contexto 'accidente', a nadie interesa.
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