Fue algo más que el padre de las Mamachicho y de las chicas chinchin. Lazarov volvió a relanzar a Lina Morgan en La 1 cuando ya estaba agotada por Antena 3, rescató del olvido a Nadiuska y acabó intentando vender productos que ya nadie quería ver. A él nadie quiso rescatarle, como les pasa a tantos otros. Dio zoom in a la televisión y ella le acabó dando el zoom out.
Así se explicaba Valerio en una entrevista concedida a El Mundo con motivo de los cincuenta años de la tele en España: "Cada uno de nosotros tiene muchos proyectos en la mente y en cajones de su casa. Pero no siempre es fácil llevarlos adelante, muchas veces son demasiado elitistas y los responsbales de las cadenas te dicen que no. Ellos piensan en las masas y tú quieres hacer una televisión para pocos".
Lazarov, que siempre argumentaba que teníamos la tele que nos merecíamos, fue paradojicamente un defensor radical del audímetro. Al igual que a otros profesionales, creadores de taquillazos en los ochenta y noventa como Antonio Ozores, la tele del siglo XXI les dio de lado.
Lazarov era ya un olvidado más. Tras su muerte, la propia Telecinco, que se crió gracias a Valerio, envió a través de su gabinete de prensa un comunicado de lo más austero:
"Con la muerte de Valerio Lazarov desaparece el pionero de la televisión centrada en el espectador y no en el poder. Rompió con los convencionalismos de este medio de comunicación desde la década de los 70 y fue una mente privilegiada para la innovación de la estética y los contenidos de la pequeña pantalla, intuyendo que el uso de los efectos especiales tendría una enorme capacidad de emocionar al público. Su legado audiovisual quedará para siempre en la retina de varias generaciones de telespectadores europeos".
(GABINETE DE PRENSA DE TELECINCO).
Lazarov había dejado de valer para la cadena y, en general, para la televisión. La misma que entierra a Chichos y Mamachichos antes de tiempo.
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