Lo más llamativo de este sesudo debate en el que intervinieron, entre otos, Carmen Gurruchaga, Javier Nart, Amando de Miguel o Eduardo Sotillos, fue la intervención de la eurodiputada socialista Rosa Diez. Rosa, tan vehemente como suele ser habitual en una tía curtida como ella, dijo sobre las frustradas elecciones para el estatuto andaluz que la gente estaba cansada, harta de que los políticos sólo se preocupasen de ellos mismo, del peligroso bajo nivel de la política española.
Bonitas y certeras palabras las de la Díez. Pero no fue su discurso lo que me llamó la atención del programa. Lo que tras este aparentemente sincero alegato me dejó estupefacto es que el programa no se preocupó de lo que nos preocupa de verdad a los ciudadanos. En ‘Madrid opina’ siguieron ha blando de… ¿se imaginan? Sí, han acertado, de política.
Y entonces lo vi claro. ¿Qué coño nos están intentando vender si en realidad de lo que viven todos estos pagadísimos comentaristas es de los que hacen, dicen o dejan de decir y hacer los políticos? ¿Y quién financia las campañas, las cuentas y la constante presencia mediática de los dirigentes de los partidos? Los grandes empresarios, los grandes grupos. ¿Y de quién son las teles? De los grandes empresarios, los grandes grupos.
¡Zapatero! ¡Rajoy! ¡Más madera! Seamos serios: ni pintan ellos, ni pintamos nosotros. Aquí pinta el gran negocio, la gran maquinaria de la opinión pública que es engrasada por los verdaderos poderosos invisibles día a día, legislatura a legislatura.
Nos engañamos perdiendo energía, tiempo y neuronas fichando por bandos, tertulianos, predicadores y cadenas o emisoras. ESO es lo que les interesa. Entrando en esta trampa conseguimos no hablar, pensar, preocuparnos por que no llegamos a fin de mes, porque en general el trabajo del españolito es una puta mierda, porque nos roban en las facturas mensuales, porque jamás tendremos una vivienda digna, porque la educación es una calamidad, porque cultural y éticamente este país se va al carajo.
No es que los pluriempleados enterados de la tele no sepan hablar de otra cosa… es que a los de arriba NO LES INTERESA que se hable con sinceridad de otra cosa que no sea la bufonada política.
Estamos inmersos en lo que llaman la “democracia de baja intensidad”, que es la democracia de saldo que vivimos, aquella que organiza un referéndum y la gente, harta o confusa, se queda tomando los blancos en el bar en vez de ir al colegio. Y en esas barras de bar se hablará de… ¿se imaginan? Sí, han acertado, hablarán de política.
¡¡Ah!! Y lo más paradójico de todo, es que la encuesta del programa de Buruaga habló claro: el 95% de la gente piensa que los políticos no tratan los temas que realmente importan al ciudadano (vivienda, paro, inmigración, violencia, delincuencia...). El 5% piensa que sí.
Y, seguidamente, Buruaga se despedía así: "Pues ya lo ven, estos han sido los datos de la encuesta más desiquilibrada hasta la fecha. Nosotros nos despedimos hasta la semana que viene, donde una vez más les hablaremos sobre la actualidad".
La actualidad no es la actualidad. ¿Y saben por qué? Porque el sistema es, sencillamente, perfecto.
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