Recuerdo más los votos del Festival del 95 en Dublín que los resultados de las últimas elecciones generales.
Ver la primera preselección de este año ha resultado una decepción. Allá por el año 84 representó a España el grupo Bravo con la canción ‘Lady, Lady’.
La cantante de aquel tema, que quedó en un honroso tercer puesto, se presentó ayer ante la audiencia española para suplicarle que la volvieran a mandar al Festival.
No tenía sentido que Mikel Herzog, que quedó en el 98 en uno de los últimos puestos, la tuviera que valorar y juzgar. Al final fue la audiencia la que, influenciada por los politonos de moda, decidió con sus llamadas y SMS. La chica del Lady, Lady (que ya debe superar los 60) obtuvo menos votos que una compra rápida en el Prica.
Otra de las representantes de la gala de ayer fue Cristina Conde, hermanísima de la eurovisiva Anabel (2º puesto en el 95) y voz de la sintonía de ‘Allá tú’. La joven malagueña llevó un tema soso, con el que no pudo lucir el chorro de voz que identifica a la familia Conde. También quedó de las últimas.
Y otra que fuera ídolo de masas en su día y ganadora del Pop Stars, una tal Carmen Miriam, llegó, presentó a la audiencia su exitoso currículo, cantó sin gracia alguna y se fue a su casa.
Misión Eurovisión hay que tomárselo como las entrevistas de Javier cárdenas. Un paisaje de lo más variopinto donde irán desfilando desde cantantes de reguetton, a concursantes de GH (se espera a Sonia Arenas) y donde la organización consentirá que vayan grandes mitos para destrozárnoslos a los nostálgicos.
Pobres estrellas cuando intenten firmar los contratos de las próximas verbenas de verano de los pueblos. Ya no podrán ir abaladas por aquello de: “Yo quedé en muy buen lugar en tal año”, ahora tendrán que asumir con vergüenza que fueron al Misión Eurovisión del 2007 y la cagaron.
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