El Coronel del Ejército del aire Ángel Gómez de Ágreda estrena libro este mes: Mundo Orwell, cuyo título lo dice todo.
El militar se convierte en Munster de ELECTRODUENDE para hablarnos sobre el futuro que ya es cada vez más pasado, la seguridad virtual, las intenciones políticas, lo que hay detrás, la educación, la humanización del trabajo, la renta básica y muchos otros temas orwellianos.
ELECTROTITULARES:
"La diferenciación generacional va
a ser cada vez mayor"
“Vivimos en un permanente estado
de Guerra no declarada”
“Ahora todo se queda en los
superficial y lo inmediato”
“Para nuestros hijos, nuestros
padres están tan lejos en el tiempo como podían estarlo para nosotros nuestros
antepasados del siglo XVIII”
“Tenemos una sociedad con un
talento inmenso a la espera de iniciativas”.
¿La guerra ya es la paz?
Vivimos en un permanente estado
de no-paz, sin que llegue a ser una guerra. Es una situación de competición
estratégica continua entre países, corporaciones e individuos que, de forma
simultánea, están también colaborando entre ellos en el día a día.
La no-paz, o guerra no declarada,
es un fenómeno permanente como el que describe Orwell en 1984. Es una guerra
que se libra en la gente. Nos hemos convertido en el campo de batalla de esa
competición porque los datos y las ideas e ideologías son realmente el objetivo
de la misma.
¿En qué medida un usuario normal
puede sentir amenazada su libertad en un mundo hiperconectado?
Desgraciadamente, la estrategia que se sigue es demasiado sutil como para que, en la mayor parte de las ocasiones, el usuario se sienta amenazado. Sin embargo, el filtro que se establece respecto de la información que nos llega, la superficialidad con que la tratamos y la caducidad de su vigencia hacen que nuestra libertad quede muy condicionada por la falta de criterios fundados sobre los que elegir.
El ciudadano tiene hoy el mayor
acceso a la información de toda la historia. Pero también una información más
degradada e irrelevante.
Pese a que se dice que los robots
sustituirán en 2025 más de la mitad de los empleos actuales, defiendes en MUNDOORWELL que se fomentará la creatividad y la inteligencia social por los que el
mundo será mucho más humano. ¿No hemos
mecanizado ya las relaciones personales?
Más que mecanizar las relaciones
personales, estamos dando un excesivo protagonismo al medio a través del cual
las mantenemos. Creo que el verdadero reto que tenemos por delante es saber
utilizar las herramientas como lo que son y no a intentar mimetizarnos con
ellas.
Las máquinas van a asumir la
mitad de las tareas, no de los empleos. Lo más probable es que sigamos siendo
los humanos los que hagamos los trabajos, pero con un apoyo creciente de las
máquinas. Esto, efectivamente, representa una oportunidad para que podamos centrarnos
en aquellas tareas en las que tenemos ventaja sobre las máquinas: las
creativas, empáticas, innovadoras…
Juan Torres nos defendía la Renta Básica en este Munster sobre su libro y tú también lo haces cuando hablas de
esta liberalización productiva que traerán las máquinas, ¿crees que las
políticas de los gobiernos van a la par de esta inminente realidad?
En primer lugar, creo que no es
una realidad inminente. Está habiendo ya experimentos en este sentido de
proporcionar a todos los ciudadanos una renta básica que le permita subsistir,
incluso si decidiese no trabajar y proporcionarse otros ingresos. No obstante,
el problema que tienen es que su alcance es muy limitado tanto en el tiempo
como en la población que abarcan.
Para que se pueda hacer realidad
esta política lo primero que necesitamos es que las máquinas puedan asumir una
parte importante de la tarea productiva. No estamos todavía en ese estadio y,
por lo tanto, los experimentos están viciados de partida. A pesar de todo, aportan
datos y conclusiones interesantes.
Resulta, por ejemplo, que no somos tan vagos como creemos y que tenemos una necesidad natural de aportar a la sociedad. Aparte de unos pocos elementos parásitos, la mayoría de la población se sumaría a esta iniciativa contribuyendo su esfuerzo para, a su vez, mejorar sus condiciones de vida.
Resulta, por ejemplo, que no somos tan vagos como creemos y que tenemos una necesidad natural de aportar a la sociedad. Aparte de unos pocos elementos parásitos, la mayoría de la población se sumaría a esta iniciativa contribuyendo su esfuerzo para, a su vez, mejorar sus condiciones de vida.
La renta básica universal
permite, bien planteada, hacer más humano el trabajo de las personas.
Pero también corremos el riesgo de convertirnos en autómatas mantenidos en la indiferencia y al servicio de grandes corporaciones.
Pero también corremos el riesgo de convertirnos en autómatas mantenidos en la indiferencia y al servicio de grandes corporaciones.
¿Es posible vivir anónimamente
hoy en día?
Es cada vez más difícil porque
las sociedades tienden a dotarse de los instrumentos para captar tantos datos
de los ciudadanos como sea posible para conocerles mejor y hacer más eficiente
su labor. Eso, además, se une a un interés similar por parte de las
corporaciones respecto de sus clientes -que no dejan de ser esos mismos
ciudadanos. La persona individual queda sujeta a este escrutinio que “mejora su
experiencia de cliente” y hace su vida más cómoda, pero a costa de su
individualidad.
¿Tenemos los sentimientos
hackeados?
Si utilizamos el término en forma
metafórica, sí. El componente humano del ciberespacio también es accesible a
través de los sentimientos, de los afectos. En ese sentido, somos muy
vulnerables a la ingeniería social. El ego, especialmente, es una puerta
trasera a nuestros sentimientos y afectos. Pensamos tanto más con el corazón
cuanto menos tiempo tenemos para usar la cabeza. El ritmo acelerado de la vida
contemporánea nos lleva, sin duda, a ser vulnerables a nuestra propia
naturaleza sentimental.
La idea de que todo está en La
Red y lo que prima es la manera de contarlo (todólogos), ¿estamos perdiendo la
capacidad de recordar, de retener? ¿el fin de la memoria del ser humano?
Hemos cambiado el paradigma. De
la sociedad de la información, en la que el acceso a los datos es lo
importante, hemos pasado a la sociedad del conocimiento, en que lo relevante es
la integración de esos datos -disponibles para todos en Internet.
Ahora estamos en la sociedad de la atención. Las redes compiten por nuestra atención a corto plazo. Hemos perdido capacidad para mantener esa atención más allá de unos pocos segundos.
Ahora estamos en la sociedad de la atención. Las redes compiten por nuestra atención a corto plazo. Hemos perdido capacidad para mantener esa atención más allá de unos pocos segundos.
La “memoria de pez” de la que hablamos se ha instalado en el discurso
de manera que todo se queda en lo superficial y en el mensaje inmediato. No hay
análisis.
Pero, cuidado, tampoco hay
olvido. Nosotros podemos olvidar -y olvidamos- en apenas unos segundos para
pasar al siguiente tema, pero las redes siguen actuando como un notario que
deja registrado todo lo pasado. Como no podemos escondernos, hemos optado por
correr, pero eso también tiene sus riesgos.
Kubrick nos hablaba en 2001 del
vencimiento a la máquina Hall que, aunque es inteligente no siente, no conserva
la capacidad de amar ¿en qué medida nos estamos convirtiendo en Hall?
Es un riesgo evidente. Cuando una
sociedad empieza a plantearse otorgarle derechos a las máquinas inteligentes en
un intento de liberarse a sí misma de responsabilidad estamos perdiendo nuestra
humanidad. Vivir con máquinas no debe significar convertirse en una de ellas,
sino todo lo contrario.
Los niños de hoy (nacidos en el
mundo digital) y sus abuelos (ignorantes digitales) ¿tienen las mismas
relaciones que antiguamente o son dos mundos incomunicables? ¿está la educación
adaptada a la nueva era?
El crecimiento actual es exponencial, es decir, cada año que pasa es equivalente a cada vez más años de hace unas décadas. En realidad, la diferencia generacional entre abuelos y nietos actuales puede ser equivalente a la de siglos de hace unos años. Para nuestros hijos, nuestros padres están tan lejos en el tiempo como podían estarlo para nosotros nuestros antepasados del siglo XVIII.
De hecho, mis hijos veinteañeros sienten más lejos ya a generaciones unos pocos años menos que ellos de lo que me sienten a mí. La diferenciación generacional va a ser cada vez mayor.
La educación sigue anclada en un sistema productivo de la Revolución Industrial.
Los cambios recientes son insuficientes, pero también es cierto que reflejan el momento de cambio en el que estamos y las necesidades sociales que siguen vigentes como residuo industrial del pasado.
¿Cómo siendo coronel del ejército
del Aire se cae de lleno a ser un experto en “las redes”?
Dos matices. No creo ser un
experto ni creo haber caído de lleno. Cualquier Oficial de Estado Mayor tiene
que asumir un conocimiento trasversal de todos los aspectos que puedan afectar
a la Defensa.
En mi caso, me he interesado más en los aspectos tecnológicos, pero también sociológicos. Me preocupa como persona y ciudadano, y me preocupa como militar. Por suerte, en España, las Fuerzas Armadas están en primera línea en estos aspectos.
Y tenemos una sociedad con un talento inmenso a la espera de iniativas.
En mi caso, me he interesado más en los aspectos tecnológicos, pero también sociológicos. Me preocupa como persona y ciudadano, y me preocupa como militar. Por suerte, en España, las Fuerzas Armadas están en primera línea en estos aspectos.
Y tenemos una sociedad con un talento inmenso a la espera de iniativas.
ELECTROFAVORITOS:
Cine: El silencio de los
corderos. La misión. Trilogía de El Padrino.
Libros: El último vino (Mary
Renault). Diplomacia (Kissinger). Así se domina el mundo (Pedro Baños).
Teatro: Don Juan Tenorio. Y todas
las del Siglo de Oro de Calderón y Lope.
Música: La banda sonora de El
fantasma de la Ópera, La flauta mágica y la música de los 70 y 80 en general,
con Mecano y Supertramp al frente.
2 comentarios:
Acertadísimo. Y generoso en que le preocupe como persona y ciudadano, y le preocupe como militar.
Compro.
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