jueves, 18 de julio de 2013

Mini Hermano

¿Metería Mercedes Milá a sus sobrinos o a su madre en una casa rodeada de cámaras? Telecinco y sus profesionales siempre han apostado por la defensa de todos sus formatos, siempre y cuando no se infrinja la legalidad. Pero a parte de las leyes hay más aspectos por respetar en los contenidos de ese aparato que entra sin llamar en nuestras casas.

Gran Hermano se ha convertido en un reality sucio, tanto dentro como fuera de la casa. Esta suciedad se va expandiendo semana tras semana con dosis de edredonings, peleas, gritos, insultos y broncas en la casa, y en plató con lloros, desencuentros, enfados...

La dosis de contenido sexual también ha ido subiendo edición tras edición haciendo un sodoma y gomorra con un buen número de concursantes calientes. Cuerpos y mentes a lo Gandía Shore es el casting ideal del formato.

Ahora no se puede dulcificar ni con niños ni con abuelos lo que ya está prostituido. Vender televivivamente la dignidad de las personas no será delito, pero es deplorable. Por mucho que la gurú que dice mearse en la ducha, Mercedes Milá, insista en que sería ideal tener a los más vulnerables como conejillos de indias, el resultado sería inmoral, pueril y vergonzoso. Y luego está el postGH: ¿Saldrían también los niños desnudos en Interviú, o los abuelos?

Si ya quitaron el Eurojunior por promover valores que no estaban en sintonía con la cadena (en este caso TVE), Telecinco no debería mancharse más haciendo de Gran Hermano una guardería, ni un geríatrico.

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