Por: IVAN REGUERA.
La mejor película sobre Kennedy es la de su asesinato. Oliver Stone logró su obra maestra con JFK, donde expuso, con un montaje prodigioso, el golpe de estado que lo asesinó por decidir parar las guerras en Cuba, Laos y Vietnam. Mucho antes, de pequeño, recuerdo haber visto la olvidable serie Kennedy, con Martin
Sheen y más recientemente la entretenida Trece días, sobre aquella crisis de los misiles que llevó al planeta al borde de la extinción. Pronto podremos ver, en Cuatro, Los Kennedy, un nuevo retrato del clan político más famoso de la historia de los EEUU. El resultado es pobre y la decepción mayúscula.
No me extraña que tras su montaje esta miniserie tuviese tantos problemas de ser emitida. Algunos medios, como 'The Hollywood Reporter', llegaron a sugerir que la mala suerte de esta serie era culpa de Caroline Kennedy, hija de JFK, y María Shriver, sobrina del ex presidente, que hicieron lo posible para boicotearla. Algo parecido había sucedido con la miniserie Los Reagan, parada durante meses por razones similares.
Se equivocan los que piensan así. La mala suerte de Los Kennedy, una serie plana e inofensiva, viene de ella misma, de sus responsables. Con todo a su favor (la historia del poderoso clan Kennedy es apasionante), la serie no funciona, no respira, es una ficción poco imaginativa, empalagosa, acartonada y rodada sin alma por Jon Cassar, director de algunos episodios de 24.
Greg Kinnear está convincente como JFK, Barry Pepper no está mal como Bobby, Katie Holmes como Jackie no da la talla y Tom Wilkinson (que ya apareció en la serie John Adams como Benjamin Franklin) es, como Joe Kennedy, lo mejor de este tieso relato histórico. A diferencia de lo ocurrido con Los Kennedy, hace tres años la HBO sí logro una buena serie sobre un presidente con la citada John Adams. No ha podido ser esta vez.
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