jueves, 28 de octubre de 2010

Borbón bordado



He preferido esperar al desenlace de Felipe y Letizia para dar mi opinión de esta serie tan real como irreal. No entiendo las críticas vertidas a la interpretación cuando, obviando a la afrancesada Marisa Paredes y el atolondramiento del actor que encarnó a Urdaci, el casting me ha parecido brillante.

Indiscutiblemente, Juanjo Puigcorbé se ha coronado gracias a esta ficción como el mejor intérprete que hay en España. El actor rey que bordó al Borbón. Su calco de Juan Carlos ha sido digno de Goya, o siendo del todo propios: de TP de Oro. 

Otra grata sorpresa ha sido descubrir a  Fernando Gil alejado de su estereotipo chulesco en el añorado Noche Hache. Los que hemos tenido la oportunidad de acudir a ver a Gil, Munster de la Tele de Cristal, al teatro ya sabíamos de sus buenas dotes, pero su representación tan natural y humana de un personaje tan inalcanzable como Felipe ha sido aún más brillante.

Y qué decir de Amaia Salamanca, también Munster de La Tele de Cristal... Quizá algo deslucida por un guión confuso en el que su personaje era a ratos pasiva agresiva y, a otros, secuestrada encorsetada. Un chocho bien resuelto.

Sobre la historía en sí, me importaron poco los tan comentados gazapillos... ¡Es ficción! ¿A qué espectador le importa si los helados de fresa de la marca X se comercializaban en el año 2002 o no?

En términos generales da la impresión que la serie ha mostrado a los Borbones más espabilados y cultos de lo que son y a Letizia menos agresiva y marimandona de lo que pinta ser en la realidad. 

Un montaje final poco real a pesar del esfuerzo (hubo más títulos de créditos que invitados a la boda), pero amablemente recreado y con un plantel de actores que, como digo, han dejado joyas de lo que puede hacer un cómico. Inolvidable el discurso navideño de Puigcorbé como el Rey. De quitarse la corona.

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