lunes, 21 de junio de 2010
Podría seguir siendo maravillosa
Sin ser aficionado al fútbol, reconozco no poder dejar de seguir los partidos de la selección en los mundiales. Recuerdo vivamente cómo hace cuatro años, Emilio Aragón apareció por un nuevo canal que se estrenaba con su intervención y soltó: "¡Tenemos el Mundial!"
Entonces compré un descodicador de aquellos que, como los primeros móviles pesaba cual ladrillazo, y me puse a seguir el Mundial por La Sexta. La mayoría de la gente, y para mi desgracia casi todos mis vecinos, seguieron los partidos por analógico a través de Cuatro. Este hecho provocó que me enterara por sus gritos de cuando había marcado España (recuerden que aunque se veía mejor, la señal digital tardaba más segundos en procesarse).
Ha pasado tan sólo un Mundial y hablar de cómo funcionaban las tecnologías de hace dos Telediarios es casi retrotraerse a la historia. Lo mismo me pasa con el Rey de aquel espectáculo, Andrés Montes, que no sé si hablar de él en presente o en pasado.
Caló tan hondo en los seguidores de la Sexta, con su querido Salinas, sus excéntricos comentarios, su irrestible pasión, criticada por los que acostumbraban a ver fútbol como asistiendo a un funeral, que irremediablemente creó tendencia.
Paco González está ahora bien en Telecinco, mejor que ninguno de los compañeros que se dedican a narrar los pases como si fueran toques extraidos de una pasarela de moda. Aunque aun así, echo de menos a Montes y también me duele que en este Mundial nadie tenga un recuerdo hacia él. No se ha dicho nada desde ningún medio.
En acontecimentos como este, el más reciente desde su pérdida, es triste comprobar que sus compañeros de profesión no tengan presente al Tiki y Taka que nos llenó de emoción en partidos tan insulsos.
Su muerte fue todo un misterio, y puede que eso haya ayudado a que su presencia no sea recordada como merece. Seguro que él hubiera tenido obligadas palabras de vida para sí mismo, valiente, cariñoso, humanamente sin complejos y con el "que dirán" importándole muy poco.
Porque la vida, y la retrasmisión de este mundial también, podría seguir siendo maravillosa, se te echa de menos, Andrés.
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