miércoles, 14 de abril de 2010

La Duqueda de Albal





Las cosas en televisión rodadas a cascoporro y fáciles de digerir (para los estómagos menos selectos), son un éxito. Lo sabe Telecinco, quien desde hace varias temporadas taladra a su audiencia con ficciones del papel couché (La Pantoja, Carmina, La Duquesa).

¿Qué será lo próximo?: ¿Arde el Mississippi (sobre la vida sexual de Pepe Navarro)? o ¿No sin mi hija, La matanza de la Esteban)?

La Duquesa de este martes (1ª parte) fue la duquesa de (papel) Albal. No llegaba en guión ni a los giros más irrisorios de Falcon Crest, ni en ambientación a la última película (naranja toda ella) de Garci, ni en interpretación a Bertín Osborne y Leticia Sabater en sus telenovelas sudamericanas.

Irene Visedo (la duquesa de joven) estaba demasiado metida en su papel "Cuéntame cómo paso (cómo paso de esta mierda)", y se quedó en el envoltorio del personaje, cual papel de albal, luciendo trajes y joyas pero sin nada dentro. Tediosa, seca, sin alma, pasaba los diálogos de novelas de Jazmín como esperando ansiosamente a que su personaje se hiciera mayor y otra actriz le tomara el relevo. Será Adriana Ozores la que interprete el personaje en su madurez.

Pero lo peor de la noche de La Duquesa no fue esa TV Movie que, según palabras de la protagonista real, no se correspondía en lo más mínimo con su vida: "Todos eramos rubios, y en la serie son morenos, las sirvientas no llevaban cofia, iban normales, y cuando me casé no monté en un Rolls". ¿Es que a nadie se le pasó por la cabeza documentar la serie con una entrevista a la protagonista o poco importaba y no había tiempo?

Lo peor fue el extenso debate "Salvad a las hormigas blancas del más que baile de la noria" que se cascaron después. Como siempre un bodrio: Un éxito.

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