miércoles, 3 de marzo de 2010

Sin clase



"Todavía me estoy recuperando de la puñalada trapera"

Pobre Coral, la endiosada candidata a Eurovisión, que no ha sabido, ni querido, digerir la derrota. La eterna secundona dejó estas declaraciones en la radio a las 72 horas de proclamarse ganador Daniel Diges.



Ahí, en la pérdida, se demuestra también lo diva que es una, y Coral podría haber felicitado a su compañero, haber expresado su opinión sobre el tema ganador, haber hablado desde la humildad o desde el narcisismo, pero con más clase.

Otros que tampoco tienen clase son los profesionales de la tele. Tienen una fiesta de premios una vez al año (los reconocidos y míticos TP de Oro) y no se atreven a lucirlos por ninguna cadena. Ponen como excusa que nadie quiere ver cómo se premia desde su canal a los espacios y rostros de la competencia, pero ¿por qué proliferan entonces los programas de zapping?

Tampoco me creo que el motivo sea que estas galas no tienen audiencia, fíjense la que consiguó Los Goya, y tratándose de películas que no ha visto ni el tato.

La verdadera razón de no darse un homenaje con estos premios es la pereza de la casi totalidad de profesionales que hace televisión. Ellos van a trabajar a diario, les escriben los guiones de sartenes a Belén Esteban o editan los vídeos de Generación Ni-ni, pero pocos (tan sólo los dos o tres que se hacen de oro con esto) sienten "amor" por su trabajo.

No están orgullosos de la televisión que hacen, no les gusta sentarse al lado del Gran Hermano de turno en una gala, no estiman los TP al mejor reality y les aburren los de mejor presentador/presentadora (AR y Prats desde hace años). No quieren TP en sus parrillas porque sienten vergüenza de la televisión que hacen.

Como le pasa a Coral, los de la tele carecen de estilo para aplaudir a los premiados, si es que no son ellos. Aunque en su caso no puedo reprocharles que no deseen hacerlo. La televisión tampoco les reconoce su clase y los obliga diariamente a venderse. ¿Por qué tendrían que venerarla a ella? Simplemente, se trata de olvidar los premios de la tele cuanto antes y de seguir haciendo televisión.

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