jueves, 14 de enero de 2010

Por el pasado llorarás




Me enteré de la noticia como quien asiste a un milagro ante sus ojos. Tras publicar este miércoles mi desconsuelo por no volver a disfrutar de Anabel Conde como posible candidata a Oslo, me llegaron tres correos anunciándome su entrada en el bombo de RTVE casi en los últimos minutos del plazo establecido.

Su canción se llama Sin Miedos, y, a través de la web de la AEV se puede escuchar un adelanto en exclusiva. Pediría a todos los que se quejan de que en Eurovisión nunca podemos hacer nada, que este año voten por quien consiguió el mejor puesto para España de los últimos quince años. A parte de lo que puede hacer por sí misma en el directo, en Europa no la han olvidado y eso da puntos. Creedme y apoyadla.

A diferencia de los vecinos europeos, a nosotros los españoles nos gusta dar tierra a la gente que durante algún tiempo desaparece de la palestra. Ayer, por ejemplo, discutía con un amigo sobre la nueva aventura informativa de Ana García Siñeriz. Él, al igual que otros compañeros de profesión, es de la opinión de que el público no debería olvidar los programas que han hecho los profesionales para después evitar que vuelvan a retomar su carrera periodística.

Así, apuntan que Mercedes Milá pierde toda su credibilidad como presentadora seria al presentar Gran Hermano, o que Carlos Pumares no puede volver a hablar de cine respetablemente tras protagonizar episodios esperpénticos de Crónicas Marcianas, o que Boris Izaguirre no podría ser candidato a un premio literario por haberse bajado los pantalones durante tantas noches en plan frívolo.

Yo creo, sin embargo, que a uno no se le debe de juzgar por lo que hizo ni por quien fue. Estoy en contra de las etiquetas y de las clasificaciones. Entiendo perfectamente que Penelope Cruz tuviera que pasar por La Quinta Marcha antes de sumergirse en el cine, y no se me ocurriría decir que es mala actriz o prejuzgar todas sus películas o su dilatada carrera por recordarla en aquella etapa.

En el caso que nos ocupa, el de García Siñeriz, estamos ante una profesional que durante tiempo se dedicó en exclusiva a cubrir la información cinematográfica, luego pasó por un magazín de tarde y ahora aterriza con un informativo. Se le podría criticar a Ana de haber cambiado su estilo a la hora de tocar los distintos formatos, pero ni siquiera es actriz y se ha visto obligada a ello.

Ana es simplemente una buena comunicadora que deja su estilo en todo lo que toca. Y a mí me gusta. Esa es la clave y no hay otra. Atreverse a quitarse los prejuicios y ver qué es lo que están haciendo ahora y cómo lo hacen.

Recuerdo que media profesión se echó encima de Teresa Campos cuando volvió a Telecinco con mesa política e informativo mañanero. No le perdonaban su corrillo ni su tenderete, y no saben lo que se perdieron al dejar de verla.

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