martes, 24 de noviembre de 2009

La idea padre




Hablaba este martes con uno de mis amigos curritos de la tele. Le comentaba mi enésima decepción al ver una serie nacional: Padres.

Ya sabéis lo que caracteriza a este tipo de comedietas casposas: familiar, empalagosa, con diálogos increíbles y llena de estereotipos. En la charla me cebé, sobre todo, con los guionistas.

Mi colega guionista me subrayó que los críticos no solemos ser justos con ellos, los padres de las ideas, que tienen que ceñirse en pocos días a capítulos interminables de 70 minutos en vez de 45 o 50, que los productores (algunos muy famosos) les destrozan los diálogos, les reescriben los guiones y acaban por convertir sus interesantes tramas en un desmadre.

Me contó que los planes de trabajo son tremendos. Muchos lo dejan, hartos y con unos ahorrillos. Esos miles de euros que se ganan en la tele para aguantar las etapas de sequía entre triunfo y éxito. Cuesta mucho montar un buen equipo de escritores para chamuscarlo en tres temporadas. Y luego a otra serie, y a empezar de cero. Pero eso a nadie le importa. O nadie lo sabe.

Carlos Molinero, Vicepresidente de ALMA (Autores Literarios de Medios Audiovisuales) ha escrito que los guionistas “no sólo sueñan lo que les dice el productor o la cadena de televisión. Tienen muchas otras ideas, raras, o buenas, o divertidas”.

Merecen nuestros guionistas un respeto. Por parte de los espectadores y, sobre todo, de los productores.

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