No sé si TVE estará este año por la labor de hacer las galas de Eurovisión que tan pésimos resultados en cuota de pantalla le dieron el pasado año. Desde luego, Alaska optó por consagrarse la presentadora oficial del certamen a nivel nacional y creo que su reinado debería mantenerse.
Aunque las dichosas galas no lleguen al 14% de share (insuficiente para el primer canal), el encuentro preEurovisivo supone un acontecimiento que desde hace años no se vive en televisión: la música de nueva creación por parte de artistas desconocidos para el gran público. Si el programa No disparen al pianista cuenta con actuaciones de grupos de renombre y el pobre no ha superado el 3% de share en ninguna de sus emisiones, lo que consiguen las galas preEurovisivas con la música española es cuanto menos más que notable.
Con la excusa de elegir al representante español de un día en Europa, la tele vuelve a ofrecernos la posibilidad de descubrir qué se está haciendo en el panorama popero español (al margen de canciones Cuarenta Principales) y da la oportunidad a muchos artistas para exhibirse al mercado. También es el momento que tienen los fans de los triunfitos, de todas sus anteriores ediciones, para ver por dónde han evolucionado en solitario sus estrellas.
Se presente o no Karmele, apoyada por la tropa Telecinquera, TVE debería dar a la preselección española ese aire cutrekitch que tuvo el pasado año, incluso exagerarlo como hiciera hace dos con la Carrá, Boris y los chicos de Muchachada (aquel gag con la pajarraca, insuperable).
Mantengan las galas en el tiempo, anúncienlas, creen candidatos serios o gamberros, hagan que el público vaya dando criba a unos y apoyando a otros durante las semanas, y dejen en La 2 este éxito de la música española, que sólo por emitirse en La 1 parece un desastre. Hagan una frikada decente desde su ventana para minorías y exploten lo que ya tienen. Gustará.
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