Llegó la Veneno y destrozó el polígrafo. Ni el ántrax, ni el Polonio, la sustancia que destrozó el último de los inventos elevadores de la audiencia televisiva se llama Cristina y es un hombre.
La ex musa de Pepe Navarro se sentó al polígrafo con un impresionante vestido de folclórica y con cara de boxeador curtido. Y reventó la maquina la travesti o transexual, eso da igual.
¡¡ Digooooooooooo!!
Los periodistas, detectivescos e inquisitoriales, poco pudieron hacer con una bestia de semejante calibre. Veneno no paró de mostrar y demostrar que lo de las mentiras caían por su propio peso: “¡Pero a ver, cómo no me van a haber pegado en la cárcel si ahí están las pruebas, las fotos y las denuncias internas!”.
También se le preguntó por Pepe Navarro y el polígrafo determinó que nunca hubo contacto sexual. La cara de Cristina, lo decía todo. Una mujer sin pelos en la lengua que revela que guarda cosas por temor a que le pase algo, pero que todo lo demás lo casca… es para creérsela.
Lo peor no fue que, una vez más, nos sintamos traicionados por lo que la tele trata de vendernos como real, sino que los tacos e insultos siguieron su curso en pleno horario infantil.
“Coño con el broche”- decía La Veneno. Y las preguntas sobre relaciones sexuales, sobre la orientación sexual de Ricky Martín… todo al destape, al descubierto.
Los de Antena 3 han sustituido el molesto pitido que tapa los insultos en televisión, por el silencio. Así, La Veneno tuvo casi más tiempo cerrado el micrófono que abierto. Aunque lo que importó durante esa espeluznante tarde televisiva tratara de todo lo contrario: Demostrar que ella y él, la misma cosa, siempre han estado abiertos a todo. Como los de la tele, por dinero. ¡Cuánto morbo! Coño, ¡cuánto! ¡Digooooooooooo!
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