Es curioso ver en la tele una serie documental que anima al espectador a no consumir, a no comprar, a no hacer caso a los anuncios. Y digo curioso porque el modelo televisivo global está basado en la publicidad agresiva. A excepción de cadenas de pago, la programación televisiva es eso que se ve entre anuncio y anuncio.
Y hemos llegado a más: la programación en sí es ya un anuncio, sólo hay que ver las repelentes telepromociones. La tele, de hecho, es el mayor arma de destrucción masiva que existe. Como comenta Manu Chao (Pescao) en la serie, vayas donde vayas, podrás encontrar pobreza y todo tipo de necesidades, pero jamás faltará un televisor para meterte la matraca de lo que debes comprar y hasta pensar.
La serie documental de la que hablo se llama Voces contra la globalización, encargada por la propia TVE y dirigida y escrita por Carlos Estévez. En ella participan voces tan relevantes como las de el economista Jeremy Rifkin (EE.UU.); el analista de la globalización David Held (Gran Bretaña); el director del Centro Tridimensional, Francoise Hautart (Bélgica); el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Giovanni Sartori (Italia); el escritor Eduardo Galeano (Uruguay); el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el premio Nobel de Literatura, Jose Saramago (Portugal); el activista francés José Bové; la vicepresidenta de Attac, Susan George; el presidente de la Fundación Cultura de Paz, Federico Mayor Zaragoza y el profesor de Ciencia Política Carlos Taibo.
En este necesario trabajo, los entrevistados, caras conocidas de la llamada progresía (nombre cada vez más viejo u obsoleto en el mundo de hoy), advierten sobre lo que se puede avecinar o reflexionan sobre el presente. La serie combina los rodajes en diferentes lugares del mundo, como Tanzania, Venezuela, Gran Bretaña, Francia, Italia, Suiza y España, con el archivo documental de TVE, crónicas de los informativos, trabajos cinematográficos de directores como Win Wenders, músicas de Manu Chao, Jorge Drexler, Monserrat Caballé, José Manuel Alfaya, poemas de Mario Benedetti o los trabajos contra la pobreza en el mundo de Live 8 (de conocidos responsables multimillonarios).
Saramago dijo, por ejemplo, sobre la basura: “El cubo de basura antes (en los 30, 40 o 50) no tenía nada y ahora tiene de todo. Consumir lo no necesario hace que esto (el sistema) siga". Sobre cómo enfrentarse a este mismo sistema Manu Chao lo tenía claro: “Consumir menos es la única manera de joderlos. Sólo lo suficiente para una vida decente”.
No le falta razón, pero también se le podía preguntar a Chao si sus discos superventas deberían considerarse productos “para una vida decente”. La misma pregunta se la podríamos hacer a Saramago: ¿si usted vive (muy bien) de pertenecer a un gran grupo editorial plenamente globalizado, sus libros son necesarios también “para una vida decente”?
Aunque peque de parcial por enfocar el tema en las voces antiglobalización, las de la progresía oficial, Voces contra la globalización es una serie digna y decente que subraya algo importante: esto no va a durar, esto no es viable. O compartimos, o paramos de consumir como desgraciados, o esto se va literalmente al carajo.
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