Por Enrique Espada:
No porque vaya a ser la
bomba, que a lo mejor si, ya que todo lo que pone en marcha La fábrica de la Tele, funciona, siempre, más
o menos bien (este jueves con un 16,6% de share). Si no porque esta noticia veraniega, me hace recordar lo que
pasaba en la televisión de hace unos años, que ya no pasa en este momento.
Pero antes de hacer
referencia a eso, quiero contestar a un amigo mío, Raúl, que me dijo algo así
como que Sonia Ferrer era tan tonta que se creía que por participar en ¡Mira
quién salta!, recuperaría su posición en televisión. Tanto como su posición no,
pero mira, al menos vuelve a la palestra. Igual sí que ha sido tonta por poner
en juego como ha puesto su vida personal y su matrimonio, para estar tan sólo
un veranillo frente a cámara, ya que seguramente no le dará para más…
Pero hoy quiero reivindicar
mi interés en los veranos televisivos de antaño. Eran como el descanso de los
niños en el colegio desde junio hasta septiembre, nada que ver, un buen cambio
de aires.
Todo cambiaba: Desde los
programas de mañana, pasando por los magazines de tarde, como aquel que endulzó
las tardes de Antena 3 con Menta y Chocolate, de Patricia Gaztañaga, e incluso llegando
a las calurosas madrugadas donde, por ejemplo Telecinco, daba oportunidad a
nuevos presentadores, contertulios y famosetes en programas como El Puente o
otros que se perpetuaron como TNT. Pero casi todos estos míticos programas de
verano, fueron de finales de los 90…
Finales de los 90… pues a
lo mejor es desde cuando se nos han acabado los veranos en televisión. A lo
mejor es desde cuando se acabó definitivamente la arena en los platós, las terrazas
ficticias, como la de El puente, de Telecinco, o otras terrazas más conocidas
como la del programa presentado por Goyo González, Uno para todas: Fácil de
recordar por Héctor, el culturista. Les suena, ¿verdad?
Puede ser que, seguramente,
sopesando la bajada de audiencia impepinable todos los veranos, sea mejor
continuar con los mismos formatos más o menos, con la misma plantilla, y con
algún programilla como éste, pero poco más. Reducir costes. Pero eso sí, que
bien se lo pasaba mi abuelo con el Grand Prix… seguro que caro, pero, que como
su canción decía, un programa para el abuelo y del niño. Ya podían volver a
hacer algo fresco y divertido para la gente mayor…
¡Va a empezar, ya está
aquí, lo que más te gusta a tiiiiiiii! Es el Grand Prix…
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