¿Se puede estar enganchado “a la crisis” televisivamente
hablando? Si uno coge la parrilla, plagada desde hace años de múltiples debates
políticos, puede ir de un canal a otro zambulléndose en contenidos que tienen
como tema la tragedia nacional.
Este domingo, Ana Pastor se estrenó en La Sexta con Jordi
Évole como padrino. El Objetivo de Pastor, que consiguió un 14,9% de cuota de pantalla, resultó ser un programa con acabado rápido, vertiginoso, casi mareante.
Cifras,
datos, grafismos, declaraciones, información, preguntas, respuestas y un sinfín
de detalles sin freno que no dejaban sitio a una reflexión más detenida, a un análisis más profundo. Afortunadamente,
después teníamos el último Salvados para desquitarnos del tema con más
paciencia. Y allí entró Évole con sus invitados.
Una jueza, un catedrático y un exministro: Manuela Carmena,
Manuel Cruz y José María Maravall fueron los convidados del último Salvados. Évole
cerró temporada como adalid del periodismo más crítico, reivindicativo y social
que se está haciendo en televisión. Sus invitados analizaron las múltiples
aristas de esta crisis como expertos y, sobre todo, como seres humanos, como
espectadores de la tragedia.
Los tres especialistas hablaron de cómo abordar esta crisis
desde sus materias, sí, pero también coincidieron en opiniones vistas desde el
sentido común. ¡Que falta hace! La tele de Évole volvía a hablarnos de humanidad, de dignidad y de lucha. Y junto a
ellos las opiniones de gente honrada y que también hablaba desde el sentido
común: Vicente del Bosque y el abogado que consiguió cambiar la ley española sobre
desahucios llegando hasta el Tribunal Europeo.
Y después de Salvados y de su capítulo de reposición, La
Sexta Columna, otro espacio que trae con enfoque informativo y ritmo diabólico el análisis de lo
mal que está el país. Pastor, Évole, Ferreras, tres maneras distintas de abordar la crisis y sus circunstancias y de contárselas al espectador con sello propio.
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