Volvió esta semana Andrés Pajares a la televisión y no para hacer el ridículo, sino como un maestro del humor. El equipo del Club del Chiste de Antena 3 le dio al cómico la oportunidad que esa misma cadena tantas veces le ha negado: hacer que la gente se ría con él y no de él.
Durante los últimos tiempos Pajares se ha convertido en el "hazmerreir", y no precisamente por su vis cómica, de los programas del corazón. Acuérdense que DEC acabó por hacerle cámaras semiocultas para vislumbrar en estado de ¿gracia? sus arrebatos y desfases.
Recuerdo que coincidí con él en un trabajo para Antena 3 hace casi diez años, cuando todavía se llevaba lo de llamar a los cómicos para homenajear a compañeros, y ya estaba deteriorado. Por aquel entonces andaba como loco proponiendo al equipo del programa una idea para un corto sobre lesbianismo.
Tras estas y otras señales, la profesión, podría haberle respetado (¿quién sabe lo que nos deparará a cada uno de nosotros el futuro?), pero prefirió usarlo como blanco fácil para sus juicios televisados. Esta semana El Club del Chiste volvió a poner su nombre y recuerdo donde se merecen:
El actor, desde el salón de su casa, rodeado de recuerdos, fotografías y premios, volvió a hacer reír. Fueron pocos minutos, pero los suficientes para aprovechar el arte que aún le queda. Esta vez (¡ya era hora!), le propusieron contar el chiste de su vida y no hacer, nuevamente, de su vida un chiste.
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