viernes, 14 de diciembre de 2012

No todos los hombres son iguales



Por Miguel Albertos:

Tras dos películas que pasaron sin pena ni gloria por la cartelera, Cesc Gay ha vuelto a primera línea con otro retrato generacional. Si en “Krampac” nos hablaba de la adolescencia y “En la ciudad” fijaba su foco en treintañeros un poco perdidos, en “Una pistola en cada mano” los personajes son cuarentones y con una novedad, principalmente hombres, conformando casi una trilogía.

Es fácil reconocerse entre alguno de ellos, sobre todo si estás en esa etapa de la vida que significa el tránsito a la edad madura. El plantel de actores que los interpreta está en estado de gracia, de hecho se habla ya de sus posibles nominaciones a los Goya, gala que presentará otro año más la cómica Eva Hache. Y aunque alguno de los personajes de Una pistola en cada mano son estereotipos, los buenos diálogos que incluye el guión unido al buen hacer del reparto levantan indudablemente la película.

Eduard Fernández y Luis Tosar sobresalen especialmente junto a Leonor Watling, que quizás nunca estuvo mejor. Javier Cámara o Cayetana Guillén Cuervo aunque no pueden quitarse de encima sus tics, no desentonan en el amplio grupo que completan Eduardo Noriega, Jordi Mollá, Alberto San Juan, Leonardo Sbaraglia, Ricardo Darín y Candela Peña.

Una comedia naturalista de segmentos aparentemente inconexos, más de sonrisa, a veces amarga, que de carcajada fácil que nos habla nada más y nada menos que de nosotros mismos. Ni buenos ni malos, personas, más que personajes, del día a día. Y aunque ya ha habido gente que la ha comparado con las comedias corales de Ventura Pons, poco se ve aquí de esos oscuros y sexuales personajes aunque también estén en Barcelona. En esta, aunque el sexo esté muy presente en las conversaciones, no se muestra nada como en aquellas comedias de Ernest Lubitsch o George Cukor de los años 30.

Lo mejor: Sin duda, los actores.

Lo peor: Le falta un poco de sexo al asunto.

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