Por Mike Medianoche:
Funcionó con la audiencia, pero fue una decepción. La segunda entrega de Mi Gitana no conseguía enganchar del mismo modo que su predecesora, y de hecho por momentos fue muy aburrida, como la mayoría de las biopics de Telecinco. De hecho, desde el programa tuvieron que ser conscientes ya que llevaron a plató a Mayte Zaldívar para que contase la historia desde su punto de vista, dado que la ficción no daba para mucho. ¿Qué pudo fallar?
Sin duda, al capítulo le hacía falta una buen malvado, rol que en el primer capítulo asumió Encarna Sánchez. Y es que parecía que todos los personajes eran corderitos inocentes, ya estuviesen cobrando comisiones en dinero negro o cometiendo infidelidades con todas las letras. Y si en la anterior se jugó con el morbo de una caricia y un abrazo entre Isabel y Encarna, aquí ofrecieron absurdas escenas de sexo entre Julián Muñoz y la tonadillera. ¿Era necesario pensar cómo era un encuentro carnal entre ellos? ¿Puede haber algo menos sensual que pensar cómo era el marido de Mayte Zaldívar en la cama?
También le faltó personajes secundarios carismáticos, como aquella María del Monte y por supuesto doña Ana, la madre de la Pantoja. Y eso que podían haber explotado las historias de Kiko Rivera, pero no. Eso sí, fue un gusto ver a Alicia Rozas, la pequeña Fany de Farmacia de Guardia como la hija de Muñoz y Zaldívar.
Eso sí, el serial promete en su tercera y última entrega brutal, con Isabel entre rejas gritando que tiene claustrofobia. ¿Qué deparará el episodio final?
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