¿Qué fue de Jorge Sanz? está dirigida y escrita por David Trueba sobre una idea compartida con Sanz. Me habían hablado bien de ella, tanto gente que había participado en su grabación como profesionales de la columna cinematográfica o televisiva. Y es verdad, está muy bien. Tiene guiones majos, actores creíbles, buenas improvisaciones y divertidos cameos de famosos. No todos los episodios son redondos pero la mayoría mantiene un nivel dignísimo para la ficción que estamos acostumbrados a ver en la tele española.
Evidentemente, ¿Qué fue de Jorge Sanz? no hubiese sido posible sin Jorge Sanz, que aportó todo su pasado, su sentido del humor, sus arrugas, su mirada cansada y una increíble ternura. Pero lo bueno de esta miniserie es que no sólo habla de Jorge Sanz, sino de un país entero y de un oficio que trata muy mal a sus juguetes rotos.
Las apariciones de Antonio Resines como un triunfador pesetero, de Juan Diego Botto como un progre plasta (“No te vi en el No a la guerra”), de Juan Manuel De Prada como pedante escritor de biografías comerciales o de Félix Viscarret como cortomerajista plasta son ejemplares y muestran que el cine español puede tener sentido del humor, puede ejercer la autocrítica y puede llegar a mucha más gente de la que suele llegar.
Los momentazos del motorista en un semáforo de La Castellana llamando titiritero a Sanz o el del médico pro Esperanza Aguirre llamándolo rojo en un ascensor son tronchantes. Y pillan la medida al país que vivimos, convierten en humor del bueno el pim pam pum contra el cine español. Pero tampoco se salvan los otros, con esas coñas a costa de Almodóvar o Aranoa.
Bien por David Trueba, bien por Jorge Sanz y bien por Canal Plus, que pronto estrenará Crematorio. Por lo que me han contado, quizás sea la primera serie española actual de la que nos sintamos orgullosos. ¿Se imaginan?
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