jueves, 9 de septiembre de 2010

Tele pública: se vende

El cine español pasa por la peor crisis de su historia. La que vive ahora es de las gordas porque a la bajísima calidad de las películas españolas se unen la crisis mundial en las salas de cine y la expansión del intercambio de films y series por internet.


“Los del cine” dirigen sus llantos a las televisiones. A todas. A las privadas por hacer cine “obligados por ley” y a TVE y a las autonómicas por cerrar el grifo: no compran más cine patrio. ¿Repuesta de las teles? Las privadas dicen que sólo se juegan sus cuartos con el cine que creen comercial (y a veces creen mal, como en el caso de la desastrosa Ágora). Las públicas dicen que, sencillamente, ya no les queda pasta en la caja, como a muchos españoles.


¿Alguien ha visto las infames películas españolas que emite La 2, bodrios que un día TVE compró con nuestra pasta y sin criterio alguno? Sus audiencias son tan pírricas como el talento de sus guionistas, directores y actores. Un horror. Es momento de aprovechar esta coyuntura para proponer algo que se pide desde hace años: el final de las televisiones públicas. Estoy con ellos porque las teles públicas han dejado de ser públicas. Ya no existe el servicio de antaño, no se ven las maravillosas películas o los increíbles ciclos de hace décadas. Ahora sólo se ve competencia puramente comercial, horteradas, debates insulsos, deportes y series casposas. Sí, casposas, como la del Ninja de La Mancha. La tele autonómica es como la autonomía de por sí: una rémora, un derroche escandaloso, insostenible.

Ahora el mayor partido de la oposición presentará una iniciativa parlamentaria dando libertad a las comunidades para privatizar las autonómicas. Para muchas mentes restringidas esta idea es típica de la derecha. Pero es una falacia. La coherente propuesta no es patrimonio de los peperos. Las teles de la FORTA han perdido más de 500 millones de euros sólo en 2008 y después de recibir la talegada de más de 700 millones de nuestros impuestos. Sin ayudas, sus pérdidas habrían ascendido a 1.208.017 millones de euros. ¿Qué empresa normal soporta eso? Y para qué hablar de la bestial deuda de de TVE...

Es hora de un ejercicio de valentía por parte de todos. Y, ojo, no nos engañemos: los políticos renuncian a sus teles porque saben, como Espe en Madrid (donde Garci sigue chupando del cazo con un programa más viejo que la pana), que su influencia ya no es la de antes. Igual da. Hay que evitar el despilfarro con excusa “cultural”. Y “los del cine” que busquen otro modelo de negocio. O eso... o al INEM, como el resto.


Un testivoltio de IVAN REGUERA para LA TELE DE CRISTAL.

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