martes, 15 de diciembre de 2009

Teatro y copeteo (La 3ª España)




Tiene Wyoming la habilidad de revolucionar a los medios de derechas y éstos de obligar a la opinión de cada cual a posicionarse. Lo consiguieron con la becaria falsa colada a los de Intereconomía, y ahora con un vídeo de lo más tonto que, aunque irónico, es simplón.

Lo trascendente de todo este asunto Herman-Wyoming, con la clase política metida hasta las barrancas, no está en averiguar quién es la víctima y quién el verdugo (que como siempre tratan que hagamos para no pensar más allá de las dos Españas). Lo lamentable y lacrimógeno que esta nueva tropelía mediática deja al descubierto es la incurable idiotez de la casi mayoría de los tertulianos políticos.

La pasmosa estupidez de estos colaboradores (ya saben los nombres de los de siempre) está floreciendo en este asunto del que a duras penas han llegado a entender nada, ni siquiera sobre su parte de oficio y beneficio en el tinglado.

Sus pocas luces se reflejan en no poder comparar un montaje audiovisual de lo más inocente con esas llamadas al odio que cada día hacen desde sus debates "informativos" y que llevan incitando desde hace años mucho más a la agresión ciudadana que cualquier gag.

Me refiero también a la escasa habilidad que tienen los humoristas de la derecha (véanse los clones de Intereconomía) para hacer una crítica-gag que se escape a los pedos de Jaimito. Es terrible la suma sensibilidad (en realidad ñoñería y falta de talento) por la que se sienten aludidos los fachizoides cada vez que se les mienta, aunque sea la cerdita Pegui la encargada de poner la voz. (“- ¿Qué me pones las Gafas de Caiga Quien Caiga? Pues te llevo a los Tribunales”).

Lo más triste de todo esto es que la alternativa para contrarrestar la absoluta carencia humorística de un lado, brilla por su infantilismo y poca maestría desde el otro. Hasta un chiste políticamente grosero de cualquier estudiante de la ESO sería capaz de levantar hoy ampollas de emitirse por una cadena politizada.

Las víctimas de toda esta basura son sin duda el humor (del que tanto se habla sin reírse nadie), los buenos guiones y las críticas que antaño todavía se podían admirar por su sutileza y eficacia. Sin duda, ya no queda público para entenderlas y, por lo tanto, tampoco víctimas que puedan sentirse atacadas desde “el buen verbo”.

Si es esta inutilidad de los medios audiovisuales, si es esta anulación radical del sentido crítico del que mira, la que pretendían conseguir tanto unos como otros al dar a la televisión, y sus mierdas, el poder que hoy tiene, lo han conseguido.

Me temo que, a los que todavía nos suena el intelecto de hambre (¿los de la 3ª España?), nos seguirá tocando acudir a los clásicos para echarnos unas buenas risas. Y luego a tomar unas copas para cargarnos en sus putas madres, y si se tercia, ¿cómo no?, también cagarnos en los de las dos Españas y en sus marionetas, ciudadanos de segunda división.

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