El programa de debate de La 1 ha introducido sustanciosas novedades este curso. Para empezar, ha cambiado de presentadora: María Casado, soporífera presentando el Telediario de fin de semana, lleva las riendas en esta nueva etapa.
Otra novedad, más acertada, es la inclusión de una ronda de preguntas rápidas al invitado en 59 segundos. Como si de una terapia psiquiátrica se tratara, el entrevistado, ha de soltar casi lo primero que le llega a la mente. Y esta espontaneidad, agilidad y frescura, en tiempos de encorsetamiento y de debates consabidos, manidos y preparados, se echaba en falta. Buena idea.
Lo que no entendí durante el programa de este miércoles fueron las alusiones a Belén Esteban y a Sálvame. El colaborador de la cadena Ser, Antón Losada, infumable casi siempre en sus intervenciones, repetía sin parar que la política se estaba convirtiendo en un ‘Sálvame’ de Pajines y Belenes. Llegó a repetir hasta en cuatro ocasiones lo de poner a Belén Esteban de presi, o algo así, ante el estupor de la mesa.
¿Quiere Losada salir en los zappines a costa de Belén? Lo ignoro y me resulta indiferente. Casi tanto como el fenómeno Esteban que desde que empezara me resultó soso.
Hubiese dado, y apostado, un par de post por cualquier otro frikipersonaje alzado en su día. Se me ocurren Tamara, María José Galera, o hasta Montse Páez. Pero a Belén sigo sin verle el encanto. Su esforzada debilidad, lejos de enternecerme, me molesta. Sus reacciones no me provocan ni risa, ni sonrojo. No me seduce ni su historia, ni su circunstancia, ni sus seguidores, ni su circo. Me es tan indiferente como aburrida e insulsa.
No comprendo cómo a todos los canales les ha dado por la Esteban. No pueden dejar de hablar de una “estrella de la competencia”, sin darse cuenta que ésto no les favorece a la larga en audiencia. Ni siquiera en programas supuestamente alejados del estercolero como 59 segundos pueden dejar de recordárnosla. Qué pesadez, qué hartazgo, qué aburrimiento.
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