jueves, 15 de marzo de 2007

’59 segundos’ invitó este miércoles a Arturo Canalda, defensor del menor, para que explicara por qué habían llevado a trámite las quejas de los usuarios que veían en la imagen publicitaria de Armani una incitación al turismo sexual.

La aguerrida y extrema Isabel San Sebastián reconoció que le parecía estupendo que se hubiera parado la campaña de Armani porque ella había visitado páginas de turismo sexual por Internet (al documentarse para un libro) y muchas de las imágenes coincidían con las del anuncio.

Ese es el problema. Que aquellos que se quejan de que esta imagen puede contener “algo más” son los que han visitado esas páginas o los que algún día fantasearon sobre ellas. Que se lo hagan mirar.

Imagino que San Sebastián también habrá visto a niñas de distintas razas abrazadas en otros sitios. Por ejemplo, en las páginas del catecismo de sus hijos. Y no creo que se haya acercado escandalizada al párroco para censurar la Palabra de Dios. En el documento religioso y en otros muchos, esta imagen no llamaría la atención por una sencilla razón. Y ¿saben por qué? Porque no vende. No está destinada a gastar.

Yo sí prohibiría la campaña. Pero no porque la imagen pueda contener carga sexual alguna. Este disparatado argumento alucinógeno dependerá únicamente de los ojos que lo miran y de la interpretación que se le dé. Lo evidentemente grave es que los niños sigan utilizándose como maniquís para vender ropa.

Las sesiones de fotos a las que son sometidos son larguísimas, duras y costosas. Los anuncios para que los niños compren deberían estar protagonizados por dibujos animados. Tendría que prohibirse el niño como reclamo publicitario, pero no sólo por estar en bañador y sonriendo en actitud provocativa. También por comerse maliciosamente un Kinder chocobon, por embadurnarse tiernamente con tierra antes del “prelavado Ariel” o por dar mimos a papá en el sofá cuando el Digital Plus está sintonizado.

La india y la oriental de la imagen trabajaron como modelos para hacer este anuncio, pero ¿en qué trabajan sus paisanas? Confeccionan la ropa que llevan puesta, y las Nike y otras tantas marcas que nos venden carísimas y cuyo coste es prácticamente cero.

Cuando nos enteramos de estos trabajos “sucios” sí nos llevamos las manos a la cabeza, pero se nos pasa pronto. No se crea tanto escándalo. Pilla más de lejos. Lo de la foto de Armani excita más el ánimo para denunciarlo. Aquellas son pobres, estás van de putas. Y eso siempre pone más.

Los niños no deberían trabajar, ni por las manos ni por la cara. El defensor del menor debería fijarse más en este hecho, que es derecho, y no perder el tiempo en las pajas mentales de los usuarios “comprometidos con la infancia”.

Aunque si los niños dejaran de trabajar, habría que decapitar a muchas gallinas de los huevos de oro en publicidad, televisión y cine. Y eso no interesa. Conviene más que nos fijemos en la foto.

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