Las cadenas han arruinado su programación de madrugada. Si cabía la esperanza de que las televisiones comerciales permitiesen en su programación algo menos comercial en algún momento del día, esa era la hora de la madrugada.
Aún recuerdo los films de Frank Capra, Francis Ford Coppola, Stanley Kubrick, John Huston, William Wyler o John Ford que se podían ver en las madrugadas de las primerizas Telecinco y Antena 3.
A día de hoy las cadenas se vuelven clónicas por franjas horarias. Mañanas: programa cotilleo-sucesos, tardes: concursos, noches: series y programas, y ahora la opción que han escogido para las madrugadas es la Tómbola mal hecha.
Un juego chabacano basado en la llamada a coste de ojo de la cara para cientos de miles de oyentes.
¡No nos engañen también de madrugada, oigan, que harto teletimo sufrimos durante el día!
Pueden hacerlo con Ana Rosa vendiéndonos colchones, con Emma García invitándonos a zumos de limón, con Silvia Jato proponiéndonos compartir la braga que se lleve el concursante, con Pedro Piqueras pidiéndonos por 2 euros que decidamos si Sí o si No (la pregunta es lo de menos), con los médicos de Hospital Central recentándonos un Kinder Sorpresa, con el debate de G.H pidiéndonos a gritos que votemos al más feo, a la más chillona y al más mártir ( y a ser posible, a todos a la vez).
Telecinco se lleva la palma en saquear a su telespectador basura. De la mañana a la madrugada. Comienzan con Vicente Valles trajeado en una mesa rodeada de analistas políticos (La mirada crítica) y acaban con una chica medio desnuda en un plató vacío, hablando a cámara y sin tener nada que decir (Llama y gana). El resto de las cadenas imitan el modelo. Esto es la tele plural. Y si quieren ver otra cosa lo tienen chungo.
Bueno, el canal 50 años de TVE anuncia un producto de baba de caracol a todas horas. Todavía hay esperanza.
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