Por Bosco Palacios:
Nadie duda de la grandeza y actualidad de los textos de Ibsen. Pero hay una compañía, Les Antonietes, que se encuentra en el Teatro Fernán Gómez de Madrid representando hasta el 1 de noviembre uno de sus mejores textos: Un enemigo del pueblo.
Nadie duda de la grandeza y actualidad de los textos de Ibsen. Pero hay una compañía, Les Antonietes, que se encuentra en el Teatro Fernán Gómez de Madrid representando hasta el 1 de noviembre uno de sus mejores textos: Un enemigo del pueblo.
Y lo hacen actualizándolo hasta
nuestros días con un enganche y una fuerza irresistibles. Cargados
de energía, los actores se convierten en un espectador más, o el
espectador se convierte en un personaje más, para hacer justicia en
este juicio sin valores.
Arrojo, dinamismo y un ímpetu
interpretativo que hacen al público cómplice del delito de
intereses personales desde antes de comenzar la representación.
Un debate eterno entre razón y
verdad contra beneficios económicos que visto así de actualizado,
con sencillez e irresistible belleza estética, nos lleva a entrar en
un balneario/SPA Siglo XXI que nos ahoga cada vez más y más, hasta
acabar ebrios entre mentiras, manipulaciones y engaños.
La ruptura de la cuarta pared ya
desde el inicio, ofreciéndonos de entrada los protagonistas un
ponche para ir entrando en calor, juegan a favor de la cercanía que
más tarde nos llevará a vernos presos de nuestra escasa libertad,
porque al final “todos somos enemigos del pueblo”.
Pero ¿quién es hoy el pueblo?
En esta España nuestra, con el coraje de vivir por y para la verdad,
Les Antonietes nos hacen descubrir con sublime desgarro, arrojo y
coraje nuestra debilidad atemporal: El peso del dinero. El poder de
nuestro ego, status, posición y calidad de vida.
Y le dan ganas a uno de salir
corriendo del teatro y escapar sin mirar atrás del laberinto de
manipulaciones en el que nos han inmerso. Si no fuera porque fuera
del escenario, la realidad es aún peor... ¡Irsen!
Enhorabuena a los chicos de Stockmann por su buen hacer en esta obra que no dejará indiferente
ni al más temible de los corruptos.
Parafraseando a otra grande, que en su día también defreudó a hacienda que somos todos, pero que desbordaba también vitalidad y energía por todos los costados: “Si me queréis... Ibsen”. Acudan a verla para poder gritar, aunque sea por estar algo "chispa", o quizás gracias también a estar algo "chispa": ¡Viva el coraje de vivir en LIBERTAD!
Parafraseando a otra grande, que en su día también defreudó a hacienda que somos todos, pero que desbordaba también vitalidad y energía por todos los costados: “Si me queréis... Ibsen”. Acudan a verla para poder gritar, aunque sea por estar algo "chispa", o quizás gracias también a estar algo "chispa": ¡Viva el coraje de vivir en LIBERTAD!
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