lunes, 14 de abril de 2014

Sin Dream

La promoción de Dreamland duró más que la serie. Relegada al late night de los jueves con cifras que casi no llegan ni al 4% de audiencia es insuficiente para Cuatro y para cualquier canal en competición. Y ahí vamos, a la competencia.

No hay que preguntarse en qué ha fallado la serie, sino en qué han acertado. En muy poco o en nada. La serie ha sido llevada a la "glee-llotina". Una ficción un tanto mareante a lo UPA Dance siglo XXI que quería beber del éxito extranjero, pero que no hemos sabido adaptar ni por asomo. Y no por falta de ganas...

Actores, bailarines... en España tenemos una enorme cantera de talento y del bueno, nada que envidiar nos tienen que tener otros países en este aspecto, pero es insufienciente para que un producto funcione. Hay que definir el concepto y hacerlo nuestro. Nosotros somos de Ocho, apellidos vascos, de Aída, del Príncipe.

Nos gusta la ficción a nuestra manera, donde los personajes sean reconocibles, nuestros, el vecino, el amigo, uno mismo. El estereotipo funciona, pero no cuando se trata de calcar o imitar el producto que en otros sitios ha arrasado. La idea, el concepto que decían también en Airbag, otro de nuestros éxitos. Tomar nota para no volver a resbalar ni el día del estreno.

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