jueves, 16 de mayo de 2013

El apocalípsis de Coixet

Por Miguel Albertos:

En 2004 Isabel Coixet participaba en un proyecto cinematográfico de 32 cortometrajes junto con otros directores como Vicente Aranda, Julio Medem, Fernando Colomo o Iciar Bollain que  bajo el título de “¡Hay motivo!” criticaban la realidad social con la intención de propiciar un cambio político ante las inminentes elecciones generales y derrocar al PP.

Nueve años después y nuevamente bajo el férreo yugo fascista popular, la directora catalana vuelve a politizar su cine con “Ayer no termina nunca”, donde critica cosas como los recortes o la financiación de un “hipercasino” por parte del gobierno y sus consecuencias en la sociedad. A través de un dialogo entre la pareja protagonista, un matrimonio separado tras la muerte de su hijo, que vuelve a  encontrarse de manera forzada cinco años después. La película incide sobre temas humanos relacionados con la realidad actual de crisis.  Los que se van fuera y los que se quedan anestesiados para sobrellevar la muerte de un país, España, simbolizada en ese hijo muerto. La otra opción posible es luchar. 

Como hiciera Lars von Trier en “Dogville”, Coixet nos ofrece una película en modo teatro o una obra teatral en modo cine donde prima el texto y las interpretaciones ante la narrativa convencional cinematográfica. Aportando sin embargo trucos nada teatrales como la cámara introspectiva de los personajes, que nos revelan sus pensamientos reales en contraposición con lo que expresan.

Un ejercicio de estilo marcado por la rabia ante el destrozo de un país por parte de un gobierno, lleno de metáforas, que le podía haber salido muy mal a la directora de “Mi vida sin mí”, pero del que sale creativamente airosa y que supone un verdadero “tour de force” por parte de su protagonista femenina, Candela Peña.

Lo mejor: Ver a Isabel Coixet hablando por boca de Candela Peña, sin que esta pierda ni un ápice de su personalidad.

Lo peor: Quizás un Javier Cámara forzado que en momentos no parece entrar del todo en su personaje.

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