viernes, 19 de abril de 2013

¿Desafío en el abismo o abominable desafío?

Por Enrique Espada:

El jueves se estrenó ante el 5,3 de la audiencia  Desafío en el abismo, la nueva edición de concurso de Jesús Calleja, muy seguido hasta la fecha por los espectadores.

Para ser sincero, nunca antes había visto las otras ediciones como Desafío en el Himalaya o Desafío Extremo. Es cierto que los formatos de aventuras no me llaman la atención, me parecen demasiado formales y pesados a la vez, y considero que no es lo más apropiado para un jueves por la noche, con casi toda la semana a la espalda. Pero ver para creer…

Dando por hecho todo lo anterior, y confirmado por el planteamiento de las promos sobre el programa, me senté ante el televisor para poder destacar en mi nota aquel elemento original que diferencie a éste de otros concursos de aventuras, pero nada más lejos de la realidad, o mejor dicho, de la telerrealidad…
Aún teniendo en cuenta que el primer día es el más “rollero” por los incansables vídeos de presentación de los concursantes- ya se les podría ocurrir otra forma de hacer las presentaciones, que siempre con esos vídeos aburre-, he descubierto que se trata al final de un Supervivientes con anónimos, el original, el que se emitió en Telecinco de la mano de Paco Lobatón antes de la perversión con los famosos.

Que decepción, pensaba yo que era algo mucho más profesional, pero éste Pekín Express que nos quieren vender como algo serio, no deja de ser un reality en toda regla. Una gran parte del primer programa lo consume una tía que se enamora de uno de los concursantes. Ella, perfil de reality 100%: desquiciada de la vida. Y Las “imposibles” pruebas, que son supuestamente el eje central del programa, son imposibles de ver desde el sofá, por aquello de que es complicado grabar bajo el agua, más aún si uno de los participantes la enturbia con sus aleteos…

Lo de siempre, que no vendan lo que no es. Y como es lo que es, hay que decir que uno de los concursantes no tiene desperdicio, es un desafío en sí mismo. Quedaros con el nombre y sus datos: Abel, filólogo, de Burgos.

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