Por Bosco Palacios:
Este jueves terminó La Nube en La 2 de TVE (1.1% y 173.000). Toni Garrido dio las gracias a todo el equipo por la maravillosa experiencia y se despidió recalcando que ese era el fin de la primera temporada. Y que ojalá pudiera volver a saludarnos. Ante la pendiente renovación, La nube se ha convertido en un espacio a tiempo con las nuevas tecnologías, pero adelantado a su tiempo para la televisión.
Como decía en este último programa Enrique Dans, todo el mundo usa ya Internet, pero en la Red se corre a distintas velocidades. Me temo que mucha de la audiencia televisiva creyó encontrarse ante un espacio que trataba temas que les pillaban muy de lejos. Ayer llevaron a un cyborg que decía ver colores que no son visibles para el ojo humano gracias a los sonidos.
Discutieron después en streaming sobre si todos estos adelantos podrían traer solo aspectos positivos para el ser humano, si nos harían más felices. Los tertulianos coincidían en que todo lo que sirva para abrir nuevos conocimientos es bueno. Le faltó a La Nube alguna gota de filosofía para aclararnos que cuantas más necesidades tengamos más dosis de ansiedad tendremos hasta conseguirlas y la insatisfacción viene de eso.
Pusieron al hombre conectado de hoy como paradigma del saber y de la felicidad. ¿Qué habría dicho el Señor Cayo, ese sabio personaje de la novela de Delibes, al ver estas Nubes? Posiblemente que lo mejor sería "resguardarse de la tempestad y que, mal que pronto, volvería a escampar para seguir sembrando". Cayo era un hombre de su tiempo, atemporal, un gran sabio. La Nube lo es del suyo.
Sí, señores. El señor Cayo podía vivir sin iPad, pero todos los que hoy lo tienen no podrían vivir sin el señor Cayo. Ojalá regrese la Nube con paisajes más naturales tras el verano. Al tiempo.
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