Avenue Q alquila localidades cada noche en el teatro Alcalá. Y el reclamo para la venta, tal y como lo viene anunciando la prensa, viene a ser este: "Reflexión y denuncia social desde el humor y sin tapujos". ¿Pero es realmente este montaje del grupo Yllana una obra transgresora y no apta para menores?
Confieso que entré a ver el musical esperando esa reflexión y denuncia y salí de ella decepcionado, creyendo que me habían intentado hacer regresar a la adolescencia, casi a la infancia, vendiéndome valores de lo más ñoños. El sueño americano (el dinero triunfa y el que no lo tiene, no), el amor para toda la vida (la media naranja existe), la amistad por encima de todo (hasta de uno mismo) y el sexo como cosita para reir a escondidas. ¿Qué vemos realmente en Avenue Q? ¿una historia conservadora y sensiblera o una dramaturgia madura, reflexiva y crítica?
El arranque de la obra despista con ese "¡Qué mierda ser yo!" tan bien interpretado, pero enseguida vamos introduciéndonos en unos confusos caminos de personajes poco hechos, sujetados únicamente por superficialidades. ¿Que 'Avenue Q' ganó tres premios Tony? Eso tan sólo demuestra lo barata y pobre que sería su competencia aquel año.
Por otro lado, la obra, dejando al margen la ñoña dramaturgia, cuenta con unos magníficos intérpretes, un decorado y una iluminación espectaculares y un lleno total de público entusiasta a diario.
'Avenue Q' es para adultos porque se dice alguna guarrería que otra y de vez en cuando algún insulto, pero mentalmente están preparados para verla y entenderla tanto niños como adultos. De hecho, yo la recomendaría para el disfrute de este target comercial: Adultos que renuncian a crecer.
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