Jeremy Clarkson, presentador del programa de humor Top Gear, escribió en The Times sobre la alarmante bobería de la sociedad británica y señaló que el humor de los Monty Python no lo emitiría hoy ni una televisión.
Claro que no, el humor Python se caracterizaba por sus guiños intelectuales. Nadie entendería hoy ni la mitad de las mofas de esos genios. Las cadenas los censurarían por elitistas. Pero hay algo peor, mortal, que la censura por elitismo: la censura por ofender lo políticamente correcto.
Una de las esencias del humor es la ofensa. Se ofende, sí, se debe ofender, señores programadores, guionistas, presentadores, líderes sociales, religiosos y presidentes de asociaciones ofendidas. Pongamos, valiéndonos del dúo Martes y Trece, de unos ejemplo de lo que ya no se podrá emitir en España:
El gag “Mi marido me pega” no se ríe de las maltratadas, sino de los programas de telemierda, que entonces ya afloraban. Pero, ¿alguien emitiría esto hoy? No. Pongamos otro ejemplo de lo que ya no se podrá emitir en España:
El gag del “Julipán” es una coña a la publicidad absurda pero entra en la caricatura al nacionalismo catalán. ¿Alguien lo emitiría hoy? Lo dudo. ¿Y qué me dicen de aquel “soy maricón”? Inemitible. Les dejo con él:
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