Aquí hay malicia

En Ausencia de malicia, de 1981, el recientemente fallecido Sydney Pollack exponía las imprudencias de una redactora que viola la confidencialidad de sus fuentes, se dejaba manipular por el poder y mezcla su vida privada con su trabajo.

La ausencia de malicia es un recurso del periodismo para lavarse las manos aunque, como sucede en el film de Pollack, hundan la vida de un ser humano (en este caso Paul Newman) mientras desinforman con conjeturas, bulos y embustes. El final del film es digno de ver, no desvelaré nada.

Afortunadamente, esta vez los tomateros de Telecinco no se han librado y han sido condenados a pagar 240.000 euros a José María Aznar y a su mujer Ana Botella (120.000 euros a cada uno) por divulgar su separación en noviembre de 2007 en ese programa de infausto recuerdo llamado "Aquí hay tomate".

En la sentencia, la juez declara que Aznar y Botella "han sufrido intromisiones ilegítimas en sus derechos fundamentales al honor y a la intimidad personal y familiar" por la divulgación que el programa 'Aquí hay tomate' hizo los días 22 y 23 de la noticia relativa a su separación matrimonial.

Con la excusa de ser “personajes públicos”, los tomateros se saltaron todas las reglas y no les importó decir que Aznar era un picha brava y hacer con ello daño a los implicados, a sus hijos, sus familiares, sus amigos, sus compañeros de trabajo y sus carreras.

Fueron a hacer daño y seguro que lo hicieron. De hecho, la sentencia, recurrida por Telecinco, señala que se han ocasionado "graves daños morales" a Aznar y Botella.

Y lo que siempre debemos recordar es que no lo hicieron solos Jorge Javier y Carmencita. Esto nunca se hace a solas. Sus cómplices fueron los redactores, los montadores, los realizadores, los ejecutivos de la cadena, los directivos y los anunciantes que financiaban toda aquella basura malvada. Todos ellos miraron a otro lado mientras se forraban y les respaldaba el share. Con lo que ustedes, nosotros, la audiencia... tampoco estamos carentes de malicia.