lunes, 30 de octubre de 2006

La tele ha ido a mejor (y no es mi culpa)




Estoy cansado de oír continuamente al público (aquí incluyo a los críticos) que la tele de hoy es mucho peor que la de ayer. No es verdad.

Tampoco es cierto esa máxima tan irresponsable por parte de algunos profesionales que reza: “La audiencia tiene la tele que merece”.

La tele está siempre en consonancia con la sociedad y a día de hoy se rige por el bienestar efímero y el consumo atroz.

Hoy, la oferta en televisión es más variada que nunca. Hay más medios, más profesionales, más pluralidad y menos bombardeo político. No se echen las manos a la cabeza. Antes había una (TVE 1), ahora hay cientos.

Uno puede escoger entre una gran variedad de contenidos si así lo desea. Es indispensable poder llegar a esta oferta y se ofrece al menos de 1 euro al día. No me vale eso de que sólo está destinada a gente con un alto poder adquisitivo.

Una entrada de cine, la conexión a Internet, el alquiler de un Dvd… cualquier servicio tiene su precio. Y si sólo consideramos a la televisión como un electrodoméstico más, también necesita de un esfuerzo económico. La lavadora no lava sólo con agua, al horno hay que meterle un cordero y la tostadora necesita pan para que salga algo bien hecho.

Lo sorprendente es que la tele nos haya salido hasta ahora gratis y siempre nos creamos en el derecho de quejarnos de sus contenidos. ¿Y, qué?, dirán ustedes. ¿Porque sea gratis no tenemos derecho a opinar sobre ella?

Pues depende. Si se ganan la vida con ello, sí porque es su trabajo. Pero si la utilizan en sus casas masoquistamente para tener algo de qué hablar al día siguiente en su trabajo o en las reuniones familiares, es que ustedes son bobos.

Tírenla o apágenla, pero no pierdan el tiempo. Están ustedes aceptando algo que les pide permiso para entrar en sus casas y sólo ustedes se lo dan o se lo quitan. Critiquen ustedes su coherencia y su escala de valores, pero no a la oferta por la que optan libremente y sin costarles un duro.

La tele que me parió fue la de los ochenta. La época dorada en cuanto a calidad y buen gusto (las grandes series clásicas que impulsó Pilar Miró, programas como La Bola de Cristal y Viaje con nosotros, musicales como La edad de Oro, concursos como El tiempo es Oro o 3x4)… Comparado con las televisiones generalistas, aquella etapa me parece un milagro, una maravilla. Otros pensarán que era una etapa oscura, politizada, incluso de programas chabacanos y de dudoso gusto.

Afortunadamente la tele ha crecido y ha ido a mejor. Podemos criticar algunos programas que son fenómeno de masas solamente por serlo. Pero los otros, los que quedan más ocultos, son los que dan una respuesta complaciente a quien los busca.

¿Se imaginan si al conectarnos dentro de 50 años a Internet solamente tuviéramos acceso a un portal Web? Seguro que nadie diría que la cosa ha ido a mejor.

Pues a día de hoy aún no he oído a nadie quejarse de que Internet es pésimo porque contiene páginas de cine en versión original subtitulada...

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