miércoles, 25 de octubre de 2006

GTV: Guardería de la televisión




Érase una vez una institución libre y sin ánimo de lucro... Muchos profesionales y amigos decían y se vanagloriaban por pertenecer a ella y quererla, pero, a la hora de la verdad todos le daban de lado.

Y es que la pobre, no tenía sentido ni función práctica. A la academia de la televisión siempre se le ha olvidado contar con el más importante de sus miembros: el telespectador.

Este miércoles se presenta Manuel Campo Vidal como Presidente de la Academia de la ATV. Han pasado por el mismo cargo tres grandes nombres: Antonio Mercero, Jesús Hermida e Ignacio Salas.

Y el resultado, lo que llega a la gente, sigue siendo nulo. ¿Para qué tanto esfuerzo? Concursos de guión, premios que se votan sólo por sus miembros (entre ellos y para ellos) y presentaciones de libros de escaso interés para el gran público.

Hasta Santi Millán, de actualidad en estos días por la presentación de su última película 'Va a ser que nadie es perfecto', se atrevió a decir que “la gala de los premios de la ATV ponía a la de los Goya por las nubes”. Intentó hacer un chiste, pero resultó dramático.

No hay profesionales de la tele. Existen actores, periodistas, presentadores, concursantes de reality, titiriteros y exclusiveros varios que pululan por los platós. A todos estos se les junta y se trata de encajarlos a todos en un mismo gremio. Y ahí, cuando les conviene, cada uno tira por otro camino. Nadie quiere pertenecer a la Academia.

Un actor dirá siempre que su serie escasea en audiencia, o que la gala donde se le premia flojea, que él pertenece al más cine o al teatro, que da prestugio, pero que hace tele porque de algo hay que comer.

Un concursante de reality, cuando le pueda llover una querella criminal por difamaciones, o le acose una revista del corazón, dirá que su unión con la tele es ocasional, que lo pillaron, que pasaba por allí y que su fortuita fama le ha llegado de golpe. Como si la tele fuese una caca que ha pisado descuidadamente. Hoy, lamentablemente, es lo que es.

Todos renuncian del trabajo que hacen en la pequeña pantalla porque la tele de hoy es lamentable, puro negocio para las privadas y mera propaganda electoral para el gobierno de turno que dirige cada pública y sus satélites. No hay profesionales. Hay putas y putos.

No puede tragarse un espectador 20 horas de información rosa y hacerle creer que una institución sin ánimo de lucro es académica y ajena a toda esa parafernalia, que sus nobles funciones van por otros derroteros.

Primero, sanear. Luego ser sinceros, y más tarde premiar y cobijar a los que cumplan. Nada de ir a favor de todos y en contra de ninguno, porque todo no vale. Porque aunque la tele lo emita, todo no es tele.

Casi toda la tele de hoy es basura. No es el arte, ni siquiera el espectáculo que la Academia nos vende. El espectador no necesita de academias. La televisión requiere de basureros para sus contenidos y psicólogos para los profesionales que la alimentan.

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