La periodista, antigua subdirectora del periódico ADN, perdió en unos meses su trabajo y se tuvo que enfrentar al desalojo de su vivienda con niños incluidos.
Fallarás, desde hace unos meses, es tertuliana habitual en programas asentados. La periodista se ha convertido por valía propia en un fenómeno de la tertulia política.
En Las Mañanas de Cuatro, además de discutir con el otro lado de la mesa, lee sus cartas descarnadas sobre la actualidad.
Tiene pinta de locuela, sí, pero eso nos electromola tanto como la pasión con la que expresa sus ideas.
Cristina sabe muy bien de lo que habla porque ha vivido la puta realidad en primera persona: quedarse sin curro, sin casa y temor a perder a sus niños.
La actualidad le indigina y así se lo hace ver a los espectadores: con fuerza y con garra en cada una de sus intervenciones.
Usa un lenguaje claro, sencillo y directo, sin florituras. Expresiva y elecuente deja ver que "los tiene muy bien puestos" en cada una de sus intervenciones, porque a Fallarás, como a Sor Lucía o a Miguel Ángel Revilla, no hay quien le calle.
Ha nacido el nuevo terremoto de las tertulias, el huracán de la palabra indignada se llama ahora, sin pelos en la lengua: Cristina Fallarás.
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