jueves, 8 de mayo de 2014

La voz silenció a la bestia

Hasta que escuchemos la voz de Ruth este sábado, la voz de Eurovisión para España es la de José María Íñigo. El locutor que desde el fallecimiento de Uribarri tomó el testigo, obviando a Beatriz Péquer que anduvo por algunas ediciones, es el referente eurovisivo a la hora de comentar países y votaciones.

Íñigo está correcto, pocas veces tan apasionado como Uribarri, pero por eso mismo menos pesado, aburrido y sospechoso de listillo. Iñigo tiene todos los años la misión de acercarnos el festival contándonos los entresijos que se viven por dentro, tira de pasado pero no exagera a la hora de los pronósticos, cumple con respeto su función.

Algo que no cumplió Aída Nizar, quien fue expulsada de Mediaset precisamente por preguntarle a Íñigo sobre este cometido eurovisivo. La ex Gran Hermana se encontraba en la embajada mexicana y preguntó insistentemente a José María Iñigo sobre el Festival de Eurovisión delante del embajador, a su estilo, interrumpiendo y boicoteando.

El periodista se encontraba con su compañero José Ramón Pardo presentando un disco de rancheras y boleros, y contestó que "no era apropiado hablar de Eurovisión". Al final, Aída insistió tanto que no dejó continuar la rueda de prensa, lo que ocasionó quejas oficiales a Mediaset quien prescindió indefinidamente de ella. Ni Milá, ni Sardá, quienes la expulsaron de sus platós, lo lograron: fue el gran José María Íñigo quien definitivamente se la cargó.

¿Qué pensará Íñigo de este despido?, ¿le habría contestado tranquilamente sobre el festival de saber las tremendas consecuencias o ya le caiga gorda? Sea como fuere, Íñigo, la voz de Eurovisión, silenció a la voz más visceral de Gran Hermano, otro concurso de masas.

Ahora Aída podría preguntarle a Íñigo por el festival y este no podría negarse a contestar, pero para eso necesita micrófono y Nizar ya no cuenta con el. De hecho, hasta que cante Ruth Lorenzo, la voz de Eurovisión, porque él ahora así lo quiere, es la de Íñigo, el único que consiguió callar a la bestia mediática. La voz se comió a la fiera de la televisión.

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