sábado, 26 de abril de 2014

Discurso sobre el hijo-de-puta

Discurso sobre el hijo-de-puta un excelente texto editado por la siempre sugerente y elegante Pepitas de calabaza (una editorial con menos proyección que un cinexin) escrito por el poeta portugués Alberto Pimenta.

Un libro que electrorecomendamos desde EL LIBROVISOR de ELECTRODUENDE.COM porque en el descubrirás a tantos y tantos hijos-de-puta que te rodean que les pondrás caras, nombre y los harás previsibles.

Porque el hijo-de-puta, cuando se le conoce, siempre es previsible. Y tú, ¿tienes algo de eso? Te dejamos nuestros electrodestacados para que veas como anticipo por qué este libro ha de ser imprescindible en tu electrobiblioteca:

ELECTRODESTACADOS:

LA OFICINA:

La oficina, toda la oficina, de la más baja a la más alta, no es, como se supone, el lugar donde se hace, sino el lugar donde no se hace, donde se encubre, donde se pone debajo del montón el papel que debiera estar encima, donde desaparecen las pistas entre las patas de las carpetas, donde se dificulta, donde se retrasa la entrega, se chismorrea, se intriga, se afirma desconocer lo que se conoce y conocer lo que se desconoce; en la oficina se comienza a dejar de hacer aquello para lo que la oficina fue hecha, y se continúa dejando de hacer, y cada vez más se deja de hacer aquello para lo que la oficina fue hecha y se pasa a hacer lo que le conviene a la oficina que se haga, hasta el punto de acabar haciéndose nada más que lo que le sirve a la oficina, que es lo que no sirve a las personas, y no hacer lo que le sirve a las personas, que es lo que no le sirve a la oficina. La oficina, toda oficina, es un lugar de omisión, de omisión de la vida, y de esta manera la oficina es un lugar donde el hijo-puta tiene ocasión de desempeñar su misión.

NUEVO, BELLO Y AGRADABLE:

El hijo-de-puta vive preocupado, roído por la envidia; el deseo del hijo-de-puta es que nadie llegue a estar nunca en medio de lo nuevo, bello, agradable, pues eso viene a alterar el orden de las cosas, y el hijo-de-puta solo se siente a gusto cuando las cosas están en orden y él al frente de ellas. Por eso todo cuanto los demás hacen le inquieta y le preocupa. Por eso también al hijo-de-puta le gusta hablar mal de todo cuanto es nuevo, bello y agradable, pone en duda todo cuanto le causa sorpresa; se siente presa de la novedad, le gusta hablar mal y poner en duda, le gusta rebajar, destruir todo cuanto es nuevo, bello y agradable, le gusta lanzar la desconfianza, la sospecha sobre todo cuanto es nuevo, bello y agradable, le gusta derribar, dañar, no dejar hacer todo cuanto es nuevo, bello y agradable. El lema del hijo-de-puta es que nada se destruya, que nada se cree, que nada se transforme. Además, el hijo-de-puta procura rebajar todo cuento es nuevo, bello y agradable, rebajar con las palabras, usando de las medias palabras, diciendo por ejemplo que "no está mal" aquello que está bien, o diciendo que "el futuro es de los jóvenes, pero que van por un camino equivocado".

EL OTRO:

Para el hijo-de-puta nada peor que no saber cuál es la preocupación de los demás, no saber lo que los otros piensan, lo que los otros creen, lo que los otros saben.

HP NACIONAL:

El hijo-de-puta nacional tiene sus hábitos y modos propios. Un poquito triste, apagado, cansado, muy quejoso, muy lastimero, vanidoso pero satisfecho con poco, muy hipócrita y, cosa curiosa, al mismo tiempo muy vulgar y cortés, muy vulgar y muy cortés, muy muy vulgar y muy muy cortés.

PREOCUPACIONES:

Le preocupa por encima de todo la visión de los que no viven para después, sino solo y siempre para ahora. La visión de los que andan despreocupadamente por la vida, de los que van, de los que vienen, siempre sin pensar en ella, siempre despreocupadamente... Es de estos de los que él, el hijo-de-puta, más se preocupa: para ellos tiene su escuela y su televisión y sus centros de toda clase y, en los casos más recalcitrantes, tiene sus asilos, sus formas de tutelas, sus prisiones, sus manicomios. En estos sitios los separa y los prepara para morir de buen manera, colectivamente, pues lo que el hijo-de-puta tiene siempre en cuenta es el bien común y no el bien individual. El bien de todos y no el de cada uno. El bien de todos en general y no el bien de cada uno en particular.

LA MUERTE:

Hasta el-hijo-de-puta más mezquino y avariento se vuelve generoso delante de la muerte, encarga un ataúd de caoba para evitarse la vergÜenza de meter al muerto en un ataúd de pino (qué dirían los otros hijos-de-puta!), paga la liturgia más cara, las más celebradas misas, los cirios más altos, y esparce las flores, manda publicar fotografías, pone anuncios, da las gracias, viste de negro para hacer saber que la muerte le hizo durante un tiempo reconciliarse con la vida.

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4 comentarios:

Saray dijo...

Gracias por la recomendación! Tiene muy buena pinta...

Anónimo dijo...

Buen texto para el puente, ¡me lo llevo! ¿Más publicado del autor?

Luis Doors dijo...

Tiene más textos, anónimo, como bien dicen en Electroduende el disscuros sobre el hijo-puta es una pequeña joyita. :)

Tatiana_89 dijo...

Lo veo inetersante para regalo, ¿Podrían indicarme el precio? Gracias.