Por Iván Reguera:
Posteconomía no es un
libro para tomarse en serio. Y lo
digo literalmente, porque está lleno de coñas marineras y mucho sentido del
humor. Y eso que habla de algo tan árido como la economía. Su autor, Antonio
Baños Boncompain, se plantea la siguiente tesis: nos dirigimos -o mejor dicho retrocedemos-
hacia la edad media.
Así lo explica Boncompain: “En
la economía mandaba el ciclo; en la posteconomía la crisis. La economía era un
río; la posteconomía un remolino. La crisis es el arma fundamental de la
posteconomía. Las luchas señoriales no se libran por el dominio de la tierra
sino DE LA DEUDA. Y
la deuda no es más que tiempo endeudado. Al endeudarnos, accedemos a nuestro
futuro y se lo cedemos AL NUEVO SEÑOR DEUDAL”.
No suena descabellado. Como tampoco suena desatinado un texto de
El Roto que Boncompain cita acertadamente:
“Vamos hacia el siglo de las luces. Esta vez apagadas”. Todos los olemos,
todos los intuimos, pero no sabemos darle forma, no sabemos analizarlo y concluir
con criterio. Tampoco el autor de este libro caótico y algo farragoso lo sabe.
¿Pero quién sabe realmente hacia dónde vamos?
Nos recuerda Posteconomía
lo que es la falacia neoliberal. Ya saben: “El que vale, vale”, “Hay que
empezar desde cero” y “Vivíamos por encima de nuestras posibilidades”,
metiéndose a ellos mismos (los que tiene TODAS las posibilidades) en ese grupo mientras
enchufan a toda su casta y colocan a sus cachorros en sus tinglados de amigos y
familia. “Solidaridad del linaje”, como lo describió Marc Bloch. Puro
feudalismo.
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